La selección española sigue siendo la campeona de Europa tras revalidar en Lituania el oro logrado hace dos años en Polonia. Sólo otros tres equipos antes habían logrado revalidar la corona continental. El primero fue Lituania, cuando los tableros eran de madera (1937 y 39); los otros dos ya no existen: la Unión Soviética y Yugoslavia. El grupo que lideran Pau Gasol y Juan Carlos Navarro, en cambio, no sólo aguanta el paso del tiempo, sino que lo hace con una grandeza sublime.

Desde que ambos ganaron en 1999 el Mundial junior, España se ha acostumbrado al podio con una facilidad pasmosa. Tanta que podría caerse en el terrible error de pensar que sus éxitos no tienen el extraordinario mérito que tienen. Que se lo pregunten a Francia, un equipo hecho a imagen y semejanza de la NBA. Los de Cochet ayer sí pusieron en el parqué todo su arsenal, pero volvieron a caer aunque el marcador no fuera tan amplio como el de la segunda fase del torneo. Entonces 96-69; ayer, 98-85. La sensación, la misma: España está por encima incluso de una Francia que venía de firmar un campeonato perfecto salvo por la bufonada del partido anterior con España.

Cochet puso en cancha lo mejor de su músculo bajo la dirección de Parker. Las cuatro primeras canastas de los galos se las repartieron entre Noah, Pietrus y Diaw y en las cuatro machacaron el aro español. Las metieron hacia abajo. Pero enfrente había un clan de «jugones» que compensan con talento su desventaja en centímetros. El triple de Navarro con el que España inauguraba su marcador lo atestiguó. Fue el primer latigazo del MVP del torneo. En esta época en que tanto mediocre se hace un hueco en la NBA a base de músculo, bien está que se reconozca como el mejor jugador del Eurobasket a un tipo bajito -para la media- que juega en Europa pero que es la bomba.

Con un Navarro eléctrico y un Calderón que hizo su mejor partido en ataque del campeonato, ni siquiera se notó en exceso en el primer cuarto los problemas de Pau ante el pegajoso marcaje de Noah y compañía. Pero tras el 0-4 y el 8-10 los franceses ya no volverían a verse por delante.

Un triple de Marc en el último instante dejaba el marcador en 25-20 al cierre de un primer cuarto que iba a dar paso al festival de un Serge Ibaka que ayer cumplía 22 años y que nos regaló unos vuelos estratosféricos. Hasta en cinco ocasiones «Air Congo» voló sobre la canasta española rebañando los lanzamientos de los desesperados jugadores galos. Cinco tapones que permitieron a España ir abriendo huecos (36-26, 44-34) mientras Francia se sostenía gracias a sus triples.

Rudy, en ese momento, puso el 46-34 que a 1.29 para el descanso podía haber sacado definitivamente a Francia del partido, pero el propio Rudy se encargó de devolverla al parqué con una antideportiva sin sentido sobre Parker; una antideportiva que incluso pudo haber sido una descalificante. Francia se encorajinó con la acción y logró un parcial de 0-7 (46-41) que obligó a Scariolo a buscar una solución tan sencilla como eficaz. Pau, que estaba en el banco con dos faltas, saltó a la pista y en medio minuto sumó 4 puntos que permitían a España repetir los 25 del primer cuarto e irse al vestuario con una ventaja notable: 50-41.

Visto que a talento no ganaba, Francia volvió a apostar en el regreso a la cancha por trabar el partido. Y el tercer cuarto fue entonces a tirones, lo que permitió a los galos acercarse al 60-54. Fue el momento elegido por Navarro para asumir la responsabilidad, incluso por encima de Pau, y clavó un triple que permitió el despegue: 69-54. La grada ya lo sabía: «MVP, MVP».

Y si el primer cuarto lo cerraba Marc con un triple, el tercero lo finiquitaba Sada con un «alley-hoop» para enmarcar (75-62).

Un triple de Pau, su séptimo en el torneo, dejaba claro a los franceses a seis minutos para la conclusión que no iba a haber perdón (84-68). Parker y Diaw recibieron el mensaje y se dedicaron a engordar sus estadísticas mientras Scariolo daba opción a todo el banco de participar en la fiesta, lo que agradecieron de manera muy especial Reyes y Claver, que recientemente perdían a sus padres.

Siete finales

Hace dos años la selección consiguió, en Polonia 2009, inscribir su nombre entre el de los campeones, después de haber llegado hasta en seis ocasiones a la final (1935, 1973, 1983, 1999, 2003 y 2007) y haberse quedado con la miel en los labios. Ahora ha repetido título, algo de lo que solo podían presumir hasta ahora Lituania, URSS y Yugoslavia.

Pero además, el equipo español ha conseguido inscribir a dos jugadores entre el 'quinteto ideal' de estas dos citas. Hace dos años, Pau Gasol fue el 'MVP' (jugador más valioso) y Rudy Fernández figuró entre los cinco elegidos. Ahora, en Lituania, Juan Carlos Navarro ha sido, unánimemente, el mejor, con Pau entre los cinco destacados del torneo.

Si a esto le unimos que en los últimos siete campeonatos de Europa, España ha estado presente en cinco finales, de las que ganó dos, y que de esas dos 'ausencias' una se saldó con la medalla de bronce y otra con un cuarto puesto, el balance es extraordinario.

También hay que unir a esta lista de éxitos el campeonato del Mundo de Japón en 2006 y la medalla de plata olímpica en Pekín 2008.

"Este equipo sabe lo que se hace. Sabemos ganar", sentenció Navarro poco después de colgarse la medalla de oro junto a sus compañeros y amigos.

La selección llegó a Lituania como gran favorita y pese a algunos partidos en los que no brilló especialmente, supo ir creciendo, ganando sus encuentros y cimentando el triunfo.

Y cuando llegaron los momentos claves, llegó el equipo, el altruismo, el compañerismo, la amistad. Llegó la diferencia con el resto de selecciones. Dentro y fuera de la pista.