Novak Djokovic prolongó en Nueva York la dictadura tenística que ha impuesto esta temporada, al ganar el Abierto de Estados Unidos, su tercer Grand Slam de la temporada, y aumentar su espectacular bagaje de este año a 64 victorias por tan solo 2 derrotas.

Tras las cinco finales que Rafael Nadal había perdido este año ante el serbio, se esperaba con expectación una posible reacción del español en la final disputada en la madrugada del martes. Mejoró, pero no lo suficiente. Djokovic supo imponer su ritmo al partido y fue él que marcó la pauta, incluso en el set que perdió.

El tenista de Belgrado señaló tras el torneo que "nadie es invencible" pero su récord quedará para la historia y en Nueva York dejó en la cuneta a los dos mejores. Contra Federer salvó dos bolas de partido. Cuando un jugador está en estado de gracia, poco se puede hacer.

Nadal, pese a la derrota en la final, hizo un buen torneo. Nunca es fácil llegar a la final de un Grand Slam. Recuperó las sensaciones y la confianza perdidas en Montreal y Cincinnati y llenó la botella de optimismo de cara a futuras empresas. "Tengo claro cual es mi objetivo: ser mejor". Así de contundente se mostró el mallorquín, sabedor de que es prácticamente imposible que Djokovic repita una temporada como la actual, pero también consciente de que debe mejorar aún más en ciertos aspectos de su juego.

Nadal llegó ayer a Córdoba y ya se encuentra hospedado en el hotel del equipo español de la Copa Davis que a partir del próximo viernes disputa una de las semifinales de este torneo ante Francia.

El jugador se fue directamente a descansar a la habitación e iniciará hoy los entrenamientos junto al resto de compañeros.