La selección española obtuvo una victoria de prestigio al arrollar por 79-91 a la de Lituania, y lo hizo jugando como los ángeles en defensa, en ataque, con unos porcentajes increíbles y dando un auténtico recital de baloncesto en la primera parte.

La selección salió como un martillo pilón desde el salto inicial y el triple de Calderón en la primera posesión fue el mejor de los presagios. El cuerpo a cuerpo apenas duró cuatro minutos, los que tardaron los jugadores de Sergio Scariolo en dar los últimos toques a una gran defensa. Lituania se adelantó unos segundos (7-6 en el minuto 3.30) y España encadenó en los cuatro minutos siguientes un parcial demoledor de 0-16 con un juego engranado, con una gran circulación de balón, con todos los jugadores anotando y con una efectividad en el triple rayando la perfección.

En este sentido, Navarro volvió a ser el asesino silencioso con 4 de 6 triples que cercenaron de raíz las ilusiones de los lituanos y del público. El capitán acabó el cuarto con 15 puntos y España selló un parcial de 12-31, absolutamente genial. El baño a Lituania fue escandaloso. Y continuó en los siguiente diez minutos, alcanzándose un máximo de 28 puntos de diferencia tras 18 minutos de juego, 28-56. Calderón, Pau y Rudy se sumaron a la orgía de triples de la selección española (10 de 16 en los primeros veinte minutos) y al descanso se llegó con un 36-62.

El juego de la selección fue como unos buenos artificiales, con luz y color, con variedad, con sorpresas, con ruido y con la participación de todos y para todos.

El Panevezys Arena pareció enmudecer y los únicos que festejaban las canastas eran los jugadores españoles, empeñados en destrozar al rival y dar un golpe de autoridad en el campeonato. Lo dieron y con creces.

Un triple de Rudy y dos puntos de Pau en el primer minuto de la continuación dejaron bien a las claras las intenciones: no aflojar y no dejar recuperarse al rival.

Lituania, más con la cabeza que con el corazón, siguió intentando jugar al baloncesto siendo consciente de que el partido ya estaba decidido y de que España hoy era intratable. Aun así los locales rebajaron la diferencia a veinte puntos en el minuto 27, 55-75, cuando el equipo español relajó su nivel de intensidad porque tampoco era cuestión de seguir haciendo sangre en el rival.

Tras el 59-81 del final del tercer cuarto, Lituania se mantuvo en la idea de maquillar el resultado lo más posible, mientras que Scariolo administró las fuerzas y que las diferencias no bajaran de los veinte puntos para que fuera un triunfo contundente.

Al final 79-91, doce puntos de diferencia que pudieron haber sido cuarenta o más, y la sensación de que España, a su nivel, será más que difícil de vencer por ningún otro rival.