Alberto Contador remató el domingo su exhibición en el Giro con un segundo triunfo que le permite empatar con Miguel Induráin en el palmarés de la carrera rosa, otro paso que le coloca en indiscutible líder mundial en pruebas por etapas, con seis triunfos consecutivos en sus seis últimas participaciones.

El ciclista madrileño, de 28 años, se agarró al Giro nada más recuperar la licencia de ciclista, puesta en cuarentena por un presunto positivo por clembuterol en el pasado Tour de Francia. Tras 6 meses en un sinvivir, la Federación española decidió su absolución. Vía libre y a competir. Y a ganar.

Estreno espectacular. Tras un cuarto puesto en la Vuelta al Algarve, adonde viajó la víspera de la salida (14 de febrero) con pleno derecho para ejercer su profesión, el ciclista madrileño se alistó en la Vuelta a Murcia y en la Volta a Catalunya. Dos triunfos más para su palmarés. Demostraciones contundentes de un corredor herido en su orgullo.

Pruebas de preparación para su objetivo inmediato, el Giro de Italia, en una temporada en estado de provisionalidad por el recurso de la UCI y el AMA ante el TAS, por su disconformidad con el perdón de la Federación española. Esta vez no se enteró con 15 días de antelación, como en 2008, cuando el corredor aseguró que le habían llamado "cuando estaba de vacaciones en la playa".

Contador preparó a conciencia el Giro 2011. Podía ser su última prueba del año. O no. Una incertidumbre que posteriormente se aplazó con la dilación de su caso ante el TAS. El madrileño llegaba a la carrera rosa a disputar una especie de final. A saldar cuentas pendientes y demostrar que no le hace falta recurrir a las trampas para ser el mejor ciclista del pelotón mundial.

El Giro de Italia ha conocido una versión dominante de Alberto Contador, implacable, aunque con dosis de generosidad. En la salida de Venaria Reale el pronóstico le situaba en lucha con Vincenzo Nibali, el ganador de la Vuelta y Michele Scarponi en la lucha por el título.

La incertidumbre duro apenas una semana, pues en la octava etapa llegó el primer aviso. Un ataque a 1.500 metros del final sirvió de primer aviso. Un "aquí estoy" del madrileño, que saltó del grupo de favorito, fue segundo y logró unos significativos segundos de bonificación que le ponían al frente en la lista de la alta jerarquía. Un síntoma de que el chico de Pinto tenía piernas, como demostró solo un día después.

Explosión en el Etna

Fue la jornada del volcán Etna. En el gigante de fuego siciliano Contador incendió el Giro. Un latigazo a 6 kilómetros de meta le condujo a la victoria y al liderato, a la maglia rosa, prenda que ya no soltó en contra de sus deseos. Los favoritos quedaron heridos con más de un minuto de retraso.

Contador colocó los cimientos de su segundo Giro en la costa del Tirreno. Desde Sicilia saltó al Adriático para disfrutar de la primera jornada de descanso.

Llegó la hora de la verdad con el tríptico de los Dolomitas y la cronometrada de Nevegal. Chupinazo para el festival que redujo el Giro de Italia a la lucha por la segunda plaza.

Una cima austríaca, el Grossglockner, la "gran campana", fue el escenario de otro golpe sobre la mesa. El madrileño se llevó de compañero de fuga al venezolano José Rujano y le regaló la etapa. Y Ganó un aliado. El dúo endosó más de minuto y medio a Nibali, Scarponi y compañía.

Restaban las dos etapas reina del Giro, en los altos del Zoncolan y Gardeccia, donde se lucieron los hombres del Euskaltel. Igor Antón coronó el primero de esos míticos puertos, Mikel Nieve el segundo. Pero en la lucha por la general Contador volvió a sacudir a sus rivales. De nuevo agresivo, arrancó en los últimos kilómetros para aumentar su colchón de seguridad, "ante la posibilidad de que llegue un mal día", dijo.

La jornada del Zoncolan no fue de total buen recuerdo para el líder del Saxo Bank, pues se llevó buena parte de la culpa por la supresión del Crostis, el puerto previo con sterrato (carretera de tierra) que eliminaron los jueces por motivos de seguridad. Parte de los aficionados mostraron su enfado con Contador, señalado como cabecilla en la protesta.

En el "etapón" entre Conegliano y Val di Fassa, interminable, de 229 kilómetros y cinco puertos, entre ellos el Fedaia y el Giau, techo de la carrera, los adversarios de Contador trataron de aplicar antídotos a su dominio. En la bajada del Giau se tiró en picado Nibali, tratando de sorprender al español. Pero el líder no se inmutó ante la maniobra del siciliano, ya que en la bajada encontró aliados y alcanzó al líder del Liquigas en el llano.

Resignación de Nibali

Quedaba la respuesta. El Fedaia fue un infierno para Nibali, que pagó el exceso, y en el Gardeccia, mientras Nieve se iba a por la etapa, Contador volvió a demarrar, después de un tímido intento de Scarponi. Más diferencia. Los rivales a más de 4 minutos.

Aquel día se escucharon las nuevas intenciones de los opositores al trono. "Tengo que luchar por el segundo puesto", lamentaba Nibali.

La cronoescalada de Nevegal supuso la segunda victoria de Contador en el Giro, la sexta española, que igualaba un récord histórico. La renta en la general sobre Scarponi y Nibali a partir de los cinco minutos.

A cinco días de Milán el segundo Giro era cuestión de tiempo. Carrera controlada, rivales con la moral hundida, el primer escalón del podio tenía inquilino, no así los escalones secundarios.

Lejos de poner el freno a la espera de levantar el trofeo dorado de las espirales, aún restaba otra demostración de fuerza, y de amistad. En la decimonovena etapa marchaba escapado un ex compañero del Astana, Paolo Tiralongo. Salieron a por él varios corredores, entre ellos el español "Purito" Rodríguez. Peligro para el italiano, el hombre que le ayudó un año antes a ganar el Tour 2010.

Contador salió del grupo principal, eliminó a los perseguidores de Tiralongo y se puso a la altura del ciclista transalpino. "La etapa para ti". Un regalo que fue recibido como un gran gesto del campeón.

La última etapa de montaña fue maratoniana, pero de trámite y control, aunque aún Nibali quedó un poco más herido por una caída y la pérdida de otro puñado de segundos. El resto se vivió en el corazón de Milán, en plena Plaza del Duomo. Contador ya tenía el doblete, como Indurain. Desde la capital de Lombardía Contador tomó impulso para el Tour.