El planeta entero brindó homenaje a los mejores del mundo y por un día, tarde o noche -según de la ciudad de la que se trate- cada pueblo alrededor de los cinco continentes se nacionalizó español. La prensa, presidentes y demás personalidades de todo el mundo se deshicieron en elogios a una selección que conquistó mucho más que una Copa del Mundo.

Los puntos emblemáticos de las ciudades más importantes de Europa y América se vistieron con los colores ibéricos y bailaron a ritmo de sevillanas y pasodobles. El Obelisco de Buenos Aires, la Torre Eiffel, y hasta el mítico Empire State -iluminado con bombillas rojas y amarillas- en Nueva York rindieron homenaje al campeón y se convirtieron en auténticas embajadas españolas. Los distintos países de América fueron quienes más cerca de la afición española se sintieron. El partido se vivió como una auténtica final local y se siguió a través de pantallas gigantes instaladas al aire libre, en centros culturales y hasta en la casa de algún embajador como la de Jorge Dezcallar en Washington. En México varios miles de nacionales dieron rienda suelta a su alegría y celebraron con sidra, vino y música en la mexicana Plaza de la Cibeles.

Los mandatarios de alguno de los estados sudamericanos como Argentina y Bolivia se sumaron a las elogios para la selección. En concreto, la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, de visita oficial en China, se saltó el protocolo para felicitar a España por el triunfo y dijo que estaba alegre porque su familia tiene orígenes españoles y que una importante parte de la población argentina proviene de emigrantes de esta nación.