La defensora del título de Wimbledon, la estadounidense Serena Williams, despertó a los quince minutos de comenzar la final para arrollar con su saque a la rusa Vera Zvonareva, por 6-3 y 6-2, y dejar a su rival decepcionada por su derrota, tras verse incapaz de jugar como quería en su primera asalto a un Gran Slam.

La estadounidense recogió este sábado su cuarto trofeo en Wimbledon después de un duelo disputado con sus habituales pendientes largos y con una gargantilla prestada por su hermana Venus, eliminada en los cuartos de final de esta edición.

"Venus me lo dio para ganar y ahora no se lo quiero devolver", dijo Serena Williams, número uno del mundo, recién terminada su sexta final en el All England Club, donde saludó y dio las gracias a toda su familia que la seguía desde las gradas y al resto de su público.

Su imponente presencia no apareció hasta el minuto 17 de partido en el césped de la "Central", abarrotada bajo un tímido sol. Se disputaban el quinto juego, con el servicio para la estadounidense, y un 30-30 le hizo reaccionar.

Sus inconfundibles gritos empezaron a acompañar el saque en el quinto juego y así se supo en las gradas que la número uno había decidido dar rienda suelta a su poderío. Por supuesto, se llevó el punto de ese juego y continuó el combate.

En el siguiente surgió la primera opción de rotura para Serena y la compasión del público por una rusa recién estrenada en la "Catedral" de Wimbledon motivó expresiones de apoyo dirigidas a Zvonareva.

Las ganas de una jugadora que, a sus 25 años, se encontraba por primera vez a sólo un paso del título de un Gran Slam, dificultaron a Serena Williams la tarea para efectuar su primera rotura y retrasaron ese punto hasta el octavo juego.

Allí la norteamericana, que produjo 89 "aces" en todo el torneo, se vio con dos puntos de rotura pero no pudo beneficiarse de esa ventaja hasta el segundo, cuando su rival y toda la grada eran ya conscientes de lo que estaba por llegar.

Aunque en el noveno y último juego del segundo set, con el servicio para Williams, la moscovita encontró su primera ocasión de rotura, Serena Williams puso sobre la mesa su experiencia en su curtida carrera para salvar ése y todos los puntos importantes del partido.

Sin errores, apenas

Los únicos desaciertos que se le vieron a la defensora del título fueron varias pelotas rasas que dejó sin superar la red, sencillas para la complejidad que se le exige a una campeona y que permitieron sumar algunos bonitos puntos a la rusa.

Zvonareva felicitó a pie de pista a la campeona y sólo dedicó elogios a su contrincante de hoy. "Es una gran jugadora y una gran campeona, realmente se mereció ganar", dijo.

A punto de derramar alguna lágrima, la jugadora de 25 años, apenas salida de una grave lesión, reconoció que no pudo demostrar lo mejor de su tenis, pues no se lo permitió la gran rival que tenía delante.

"Dentro de un par de horas me daré cuenta de lo importante de estar aquí, pero ahora estoy decepcionada", expresó sin ningún reparo.

En el segundo set del partido las cosas fueron más rápidas, pues ya el sexto juego resolvió el marcador.

La superioridad de Williams se vio claro desde que en el arranque de esa manga, en el primer juego, rompió el servicio de Zvonareva. Lo volvió a hacer en el quinto, sin dejar entre medias a su contrincante beneficiarse de ninguna opción real para remontar el encuentro.

Sin embargo, la rusa, estudiante de diplomacia, no se dejó vencer en ningún momento y sacó su garra siempre que tenía algo de lo que lamentarse o de lo que alegrarse, golpeando el suelo con su raqueta, como hace habitualmente.

En ese quinto juego de la segunda manga Zvonareva salvó dos puntos de rotura que podrían haber adelantado la victoria de Williams. Aunque el nombre de la campeona se vislumbraba ya desde lo lejos, esto permitió a la número vigésimo primera en el ránking mundial -hasta ahora- evitar una derrota más amarga.

Vera Zvonareva mejorará su posición en la clasificación de la WTA al término de este torneo, pues su llegada hasta la final del Gran Slam sobre hierba le reportará una plaza entre las diez mejores tenistas, con el número nueve.

Su última adversaria en la competición, la campeona Serena Williams recogió satisfecha y con el guión aprendido un trofeo que conoce ya bastante bien después de los logrados en 2002, 2003 y 2009 y salió para firmar autógrafos a todo el que lo deseara.