La selección española afronta una prueba de madurez ante Honduras, con la obligación de hacer olvidar el mal estreno en el Mundial con derrota ante Suiza, y la necesidad de imponer el estilo que le condujo al éxito y el favoritismo, en un escenario al que está poco habituado.

El día que se cumplen 46 años del primer gran logro de la selección española -la Eurocopa de 1964 conquistada en el Santiago Bernabéu-, la Roja necesita recuperar las sensaciones perdidas en un amargo debut. En los últimos tres años España nunca se vio en un escenario donde mostrar la madurez de un grupo de jugadores poco acostumbrados a la derrota. Instalados en el éxito desde que cambiaron el rumbo y conquistaron con brillantez la Eurocopa 2008, el partido que consideraban más sencillo del grupo, ante Honduras, se ha convertido en la primera final.

Y no será porque Vicente Del Bosque no avisó. Siempre pidió máximo respeto para los rivales. Se llamasen como se llamasen. En un Mundial nadie es pequeño. Suiza sorprendió al mundo anulando las señas de identidad de la selección española. Jugando al contraataque y encontrando premio en acciones aisladas. Dejando sin marcar a un equipo (doce partidos después), que tropezó con la misma piedra que en la Copa Confederaciones, cuando el rival fue Estados Unidos.

Aprendida la lección y analizados los errores, España necesita ganar para aspirar a entrar en octavos de final, y hacerlo holgadamente si quiere aspirar a la primera plaza. Las derrotas desatan tormentas de críticas, pero ninguna -ni la del ex seleccionador Luis Aragonés- afectará al estilo de la Roja. Del Bosque no modificará sus ideas y los cambios que piensa introducir nunca tocarán el esquema. Seguirá jugando con cinco hombres en el centro del campo y un solo centrocampista. Medita la entrada de Fernando Torres como nueve y trasladar a Villa hacia el costado izquierdo. El sacrificado sería Iniesta, que de nuevo llega muy justo de físico al partido. Lo mismo ocurre con Sergio Ramos. Un fuerte golpe en las costillas le hizo sufrir para acabar el duelo ante Suiza y, aunque tenga que infiltrarse, jugará. La entrada de Cesc dejaría señalado a Busquets y eso frena a Del Bosque. Pero todo puede ser.