Su primer trabajo fue vender perfumes en Oriente Medio, el último mantener al Barça en la cresta de la ola como presidente de la entidad. El empresario Sandro Rosell (Barcelona, 1964) dirigirá a partir del 1 de julio los destinos del Barcelona, cinco años después de haber abandonado la directiva presidida por Joan Laporta.

Y lo hará legitimado como el presidente que más votos ha conseguido en la historia del club. Ha obtenido 35.021 frente a los 27.138 que consiguió Laporta cuando se convirtió en el presidente del Barça en 2003.

Rosell es de los que ha mamado el barcelonismo desde la cuna. Hijo de Jaume Rosell, director general en la etapa de Agustí Montalt, su primer partido en el estadio lo vivió con nueve años, un Barça-Granada en el que Johan Cruyff marcó dos goles.

Sandro se dio a conocer en el barcelonismo durante la campaña electoral de 2003. Fue vicepresidente con Laporta, pero en una continua lucha de 'egos', acabó por tirar la toalla y contemplar los toros desde la barrera a partir del verano de 2005.

Casado y con dos hijas (María y Joana) se crió en una familia burguesa. A pesar de que su padre, persona de origen humilde, fue uno de los fundadores de Convergència, Sandro Rosell se declara apolítico.

Ni él ni ninguno de sus cuatro hermanos decidió continuar con el negocio familiar, la ingeniería Emte. En la actualidad, el patrimonio de la familia Rosell está valorado, según diferentes fuentes, en unos 250 millones de euros.

Licenciado en administración de empresas y MBA por Esade, el primer trabajo del joven Rosell fue en la empresa de perfumería Myrurgia. Con 23 años, tuvo que hacer la maleta y viajar hasta Oriente Medio a vender colonias, una de las primeras fue el perfume "Julio Iglesias".

Ligado desde siempre al mundo del deporte, Rosell jugó como 'amateur' en la Segunda División B y pasó por equipos como el Sant Andreu, el Sants, el Esplugues, el Hospitalet y la "Penya Barcelonista" de Collblanc.

En el Sants, a Sandro le empezaron a conocer como 'El flecha', por esa velocidad en sus penetraciones por la banda. Como una metáfora vital, al final se ha demostrado que ir rápido por la vida ha sido una de sus constantes.

Profesionalmente, su pasión le llevó de vender perfumes a labrarse un futuro en el márketing deportivo. Y para ello fue fundamental que a Barcelona le otorgaran la organización de los Juegos de Barcelona en 1992. Albert Agustí, su jefe en Myrurgia, le contrató para trabajar en el área de patrocinios internacionales.

En ese momento, empezó su carrera profesional y Sandro Rosell entró en contacto con grandes multinacionales (Coca Cola), grupos de comunicación (NBC o Sports Illustrated) y organismos deportivos del más alto nivel, como el Comité Olímpico Internacional (COI), a través de ISL, su agencia oficial.

El balón de la Liga

Tras la experiencia olímpica, Rosell empezó a colaborar con ISL, se centró casi exclusivamente en el mundo del fútbol y propuso que la Liga de Fútbol Profesional (LFP) comercializara el balón de la Liga.

Adidas y Reebok rechazaron la idea, Nike se la compró, también compró su talento. Uno de sus primeras grandes negociaciones con la compañía del bumerán fue intentar contratar para la marca a uno de los grandes del fútbol español y el Barça firmó, en una dura negociación que le permitió relacionarse con José Luis Núñez.

Todo reto que llevaba a la práctica Rosell parecía superarlo al poco tiempo. El próximo fue instalarse en Brasil e intentar promocionar la marca en el país del fútbol. Allí estuvo hasta 2002, justo después de que Brasil levantara el trofeo en el Mundial de Corea y Japón.

Siempre recuerda que cuando el equipo brasileño llegó a su país, él viajaba en el avión con el equipo. "Nos recibieron en Brasilia cinco aviones de caza de las Fuerzas Armadas, uno por cada Mundial conquistado", recuerda.

Fin a la etapa en Brasil

Cerrada la etapa en Brasil, el siguiente destino para Rosell tenía que ser Portland, la sede central de Nike, donde le reservaban un puesto como responsable mundial de deportes.

El inconveniente era que tenía que instalarse allí con su familia y, junto con su mujer, Marta, decidieron que era el momento de regresar a casa y de criar a sus hijas en Barcelona.

Todo lo demás es conocido. Regresó a Barcelona, se enroló en la candidatura de Joan Laporta, se convirtió en vicepresidente deportivo del club y creó una empresa de patrocinios deportivos, Bonus Sport Management (BSM), su 'modus vivendi' hasta ahora.

En el Barça estuvo hasta 2005, desde entonces ha disfrutado en silencio los éxitos de su Barça; a partir del próximo 1 de julio intentará vivirlos desde el centro del palco.