A día de hoy, lo que ocurrió aquel caluroso 29 de junio de 1950 en Belo Horizonte entre las selecciones de Inglaterra y Estados Unidos sigue siendo una de las mayores sorpresas de la historia del deporte. El joven combinado norteamericano, compuesto por jugadores con apellidos tan europeos como Borghi, Mc Ilvenny, Maca o Souza, dio la gran sorpresa y se deshizo de los inventores del fútbol, los favoritos para llevarse ese campeonato de Brasil 1950, con un solitario tanto, el que marcó el haitiano de nacimiento Joseph Gaetjens.

Hasta a la selección estadounidense pilló la victoria de sorpresa. Tras el partido, Frank Borghi, conductor de coches fúnebres de profesión y portero en sus ratos libres, aseguró que antes del choque "esperaba poder contenerlos -a los jugadores ingleses- y que sólo marcaran cinco o seis tantos". El central Harry Keough, por su parte, confesó que "ni en sueños" se les pasó por la cabeza ganar.

Pero lo cierto es que ocurrió. Con las apuestas 1-500 para la victoria yanqui, el insolente gol de Gaetjens, lanzándose en plancha a por un balón imposible, seguro llevó a más de uno a desesperarse. No ocurrió entre los 10.000 seguidores que abarrotaban el estadio, que aprovecharon el pitido final para bajar al césped y llevar en hombros a las personificaciones del auténtico sueño americano. Inglaterra, además, no levantó cabeza y una derrota por 1-0 ante España les hizo volver a la isla antes de hora.