España reencontró su fútbol de seda y su magia para acabar, con brillantez, de Polonia, y alimentó con una goleada su sueño de gloria en el Mundial de Sudáfrica que arrancará para la "Roja" dentro de ocho días en Durban contra Suiza.

El equipo español partirá mañana hacia Johannesburgo con un inmejorable sabor de boca. Será la última de las selecciones participantes en llegar, pero lo hará con el aval de haber firmado una magnífica actuación en la prueba final de Murcia.

La peor noticia fue el problema físico que sufrió Andrés Iniesta cuando, pasada la media hora, se acercó a Óscar Luis Celada, galeno de la selección, y luego tuvo que ser sustituido por Pedro, todo un contratiempo que si bien no parece grave siempre inquieta a la vista de la importancia del barcelonista en el equipo nacional.

Pero hubo otra noticia que no por esperada fue menos positiva. Por fin reapareció Fernando Torres, cuyo plan estricto e incansable de recuperación encontró el premio en la media hora que dispuso y hasta anotó el quinto gol. El "9" de España, el autor del gol del triunfo en la final de la Eurocopa ante Alemania, está de vuelta.

Ni siquiera la retirada de Iniesta puede ocultar que el conjunto de Vicente del Bosque dio un paso adelante en su última prueba premundialista, porque con el barcelonista y sin él la selección española confirmó que tiene mimbres numerosos y suficientes como para, si mantiene este crecimiento, sea considerada aspirante a todo.

Recuperó la identidad, el juego que no se había visto en Innsbruck contra Arabia Saudí y Corea del Sur, y, aunque las alarmas se encendieron en los graderíos y entre toda la afición por la incertidumbre ante la marcha de Iniesta, España enfila el traslado a Sudáfrica con los deberes más que cumplidos y como uno de los grandes aspirantes al título.

Este tipo de partidos, necesarios, conllevan un peligro importante si no se juega bien por la confianza interna y externa y, sobre todo por el riesgo de las lesiones, más a la vista de la avalancha de bajas en las distintas selecciones mundialistas, a las que precisamente se refirió Iniesta en la víspera.

Once de gala

Del Bosque, como estaba previsto, optó por el once denominado de gala sin Sergio Ramos en el lateral derecho, en el que entró el también madridista Álvaro Arbeloa, y España volvió a ser la misma que ganó la Eurocopa 2008 y que se metió en el Mundial con una trayectoria inmaculada.

Andrés Iniesta y Xavi Hernández lideraron una vez más la exhibición de España en el inicio de partido. Ambos firmaron dos obras de arte, sobre todo la segunda, que se tradujeron en dos goles casi seguidos (minutos 12 y 14) de David Villa y David Silva.

Lo del segundo tanto fue un recital, una jugada para el recuerdo, plena de precisión, visión de juego y habilidad. De manual. Caviar futbolístico. Una acción para el recuerdo ante una Polonia desbordada que rubricó Silva a puerta vacía.

Hasta Iker Casillas, confirmado una vez más con su titularidad como el número 1 indiscutible al margen de debates, se sumó a la fiesta con una magnífica intervención en la primera y prácticamente única llegada de los polacos, con la que evitó el tanto de Peszko.

Lógicamente el conjunto de Del Bosque bajó el diapasón ofensivo. No era cuestión de arriesgar lo más mínimo y menos conocidos los problemas de Iniesta y con el partido en la mano.

La diana de Torres y el estreno anotador como internacional del barcelonista Pedro rubricaron el "set" que España le endosó a una Polonia destrozada, víctima de un equipo que encandiló en Murcia, que gustó y se gustó en las vísperas del Mundial.