El equipo español de Copa Davis triunfador el pasado año intenta a partir de hoy convertirse en el primer conjunto que revalida el título desde que Suecia lo hizo en 1998, y para ello regresa a un edificio emblemático, el Palau Sant Jordi de Barcelona, donde se enfrentará con la República Checa.

Albert Costa, capitán, ha elegido al alicantino David Ferrer en vez de a Fernando Verdasco para los individuales, y será el de Xàbia el que acompañará a Rafael Nadal en la primera jornada de hoy viernes. El manacorense tendrá la responsabilidad de jugar el primer partido contra Tomas Berdych; después Ferrer luchará contra Radek Stepanek.

El sorteo ha resultado perfecto para Costa, que tenía bien claro desde hace días que Ferrer jugaría como número dos. "Fernando tiene otro papel en el equipo, en el doble, y David ha demostrado que ha trabajado mucho y que está en forma", dijo el ilerdense.

La lesión de Verdasco en el psoas iliaco derecho también tiene algo que ver en la decisión de Albert. No es lo mismo jugar los tres días que reservarse para el doble junto con Feliciano López contra, en teoría, Lukas Dlouhy y Jan Hacek, baza que ha jugado el capitán Jaroslav Navratil para ocultar la verdadera formación.

"Creo que van a cambiar, estoy casi seguro", dijo Costa, que sabe que Stepanek y Berdych no han perdido un solo partido jugando juntos.

Ferrer además tiene mejor balance contra los checos en términos generales y en tierra batida. Contra Radek se ha enfrentado en seis ocasiones, con 3-3 y en polvo de ladrillo 1-1. Ante Berdych es favorable para el español 4-2 y en tierra 2-2. Verdasco ha perdido contra Stepanek 3-2 (0-0 en tierra) y ante Berdych su déficit es de 3-4 (1-2 en tierra).

Ferrer lleva entrenándose al máximo diez días sobre tierra batida y Verdasco sólo uno al completo (el miércoles). Todo esto ha apoyado a Costa, que además cree que las piernas de David y su juego más plano son idóneos para destrozar en los intercambios a Stepanek, de 31 años, y por tanto agotarle el primer día.

La baza del Palau

El Palau Sant Jordi también debe ejercer como pieza clave para el conjunto español. Allí ganó su primera Copa Davis, a Australia en el 2000, y ahora aspira a su cuarta corona en los últimos nueve años. Es la tercera vez que lo hace como local, y en un escenario lleno de buenos recuerdos, porque allí se rompió un maleficio, una historia de desamor entre un equipo y una competición.

En aquel 2009 un revés paralelo de Juan Carlos Ferrero dio el último punto contra la Australia de Lleyton Hewitt en el Sant Jordi (3-1). Cinco años después, un mal resto del estadounidense Andy Roddick a la red ante el saque de Carlos Moyá hizo vibrar al público de La Cartuja de Sevilla con el segundo galardón (3-2). Y la temporada pasada en el Estadio Islas Malvinas, una derecha, larga y profunda, de Fernando Verdasco ante José Acasuso, sentenció el último punto ante Argentina (3-1). De nuevo en la final, España ejerce esta vez como gran favorito, ante una República Checa, que como tal nunca ha estado en disposición de luchar por el título. Checoslovaquia lo hizo dos veces y ganó en 1980 con Ivan Lendl, santo y seña de los checos ahora, en sus filas. Radek Stepanek, 12 del mundo y Tomas Berdych, 20, afrontan el reto acompañados del excelente doblista Lukas Dlouhy, y del joven Jan Hacek, aunque el peso lo llevarán los dos primeros.

Las estadísticas favorecen a España, que ha ganado tres de los cinco duelos, el último en Brno en 2004, cuando Rafael Nadal debutó con el equipo y ganó el último punto venciendo a Stepanek en tres sets. El historial dice que España lleva sin perder 17 eliminatorias seguidas disputadas en casa y 19 sobre tierra batida, la superficie elegida para este fin de semana en Barcelona donde se disputa la 98 edición de este torneo, y donde no pierde desde 1999 contra Brasil en Lérida.

Estos datos, además del mejor ránking de los españoles, hacen que la balanza se incline más y más del lado del equipo de Albert Costa, que de ganar haría del capitán un ser afortunado, pues debutó este año en su puesto y puede salir por la puerta grande en su primera temporada.

Dieciseis mil gargantas llevarán al conjunto español en volandas. Un público que espera ansioso que Rafael Nadal olvide los tres partidos seguidos que ha perdido en el Masters de Londres, donde no ha ganado ni un solo set. Es el reencuentro con la tierra del cuatro veces ganador de Roland Garros, que no juega en esta superficie desde que fue eliminado por Soderling en octavos de final de París.