La mejor versión del Alcoyano fulminó ayer a Álvaro Cervera como técnico del Alicante. El preparador fue destituido después de que su equipo sufriera una sonrojante derrota ante el Deportivo (0-2);, que descuelga a los celestes de los puestos de promoción tras cuatro meses conviviendo en ellos. Cervera se despedirá hoy del equipo, a cuyo mando quedará el hasta ahora segundo entrenador, Asier Garitano, hasta que la entidad elija el nombre del nuevo entrenador.

De este modo, y a falta de seis jornadas para la conclusión del campeonato, se pone fin a la era Cervera al frente del Alicante. Un periplo lleno de luces y sombras, de grandes rachas de resultados con baches tan inesperados como inexplicables. Dicha dinámica irregular estuvo muy cerca de acabar con el técnico a mediados de temporada, pero el equipo encadenó varios triunfos de forma consecutiva y las aguas se apaciguaron. Ahora, en la fase decisiva del campeonato y tras cuatro derrotas en los últimos cinco encuentros, los síntomas no pueden ser peores y el club ha decidido buscar un revulsivo para la delicada situación.

Y es que el Alcoyano no necestó demasiado para hacer claudicar a un Alicante que ofreció una pobrísima imagen. Dos goles en la segunda mitad, uno de Tito en propia puerta y otro de Fran Machado tras una excepcional jugada, decantaron un derbi de alturas marcado por el miedo a perder de dos equipos inmersos en la pelea por la promoción. El resultado aúpa a los alcoyanos a la segunda plaza y descabalga a los alicantinistas hasta la quinta, fuera por primera vez en mucho tiempo de los puestos de «play-off».

Hasta el desafortunado gol de Tito en propia puerta, ninguno de los dos equipos hizo méritos suficientes para apoderarse de los tres puntos puestos en liza. Tras el tanto conseguido los alcoyanistas sí se adueñaron del control del partido e hicieron patente el mal momento en el que vive sumido su rival. Sin ninguna claridad ofensiva, sin ser capaces de trenzar hilvanar una jugada y, sobre todo, sin ninguna capacidad de reacción tras el golpe recibido, las sensanciones que transmitió ayer el Alicante a su afición no pudieron ser más preocupantes.

Cervera manifestó el viernes que una derrota ante el Alcoyano sería un desastre y el empate un mal menor. Un mensaje fatalista que, visto lo visto sobre el césped, debió calar entre sus jugadores. Timoratos e imprecisos, más pendientes de no recibir un tanto que de crear ocasiones, en ningún momento de la cita los locales fueron superiores a su rival. Fue probablemente la peor versión de la temporada del Alicante en su estadio, y eso que existían precedentes negativos más que suficientes este año.

El primer tanto fue el fiel reflejo del cúmulo de despropósitos que se dan en un equipo inmerso en dinámica negativa. Tras un simple saque de banda y un error de Germán al medir la distancia, Carlos Calvo colocó un centro al área que en semifallo Marcos Estruch envió sobre Pelegrín, con tal mala fortuna que el rechace fue a parar al cuerpo de Tito y el esférico se introdujo en la portería.

El tanto dio alas a los visitantes y dejó muerto al conjunto local. En ningún momento dio la sensación el Alicante de dar la vuelta al marcador, pues tan solo Capi, que capitaliza el poder ofensivo del equipo, generó algunas dudas a la bien asentada defensa alcoyana. Y a falta de veinte minutos para el final, Fran Machado, tras una excepcional jugada en la que dejó sentado a Pelegrín, puso el 0-2 definitivo en el marcador.

Un resultado justo a tenor de lo visto en el terreno de juego y que pone de manifiesto las trayectorias opuestas que ahora mismo trazan ambos conjuntos. Uno, el Alicante, al que la fortuna le resulta esquiva y que vive en el momento menos oportuno su peor estado de la temporada. El otro, el Alcoyano, que gracias a su excelente remontada ya se encuentra en la segunda plaza pese a su pésimo arranque liguero.