"La heredera del mar", el grito de las mujeres silenciadas durante la Edad Media

Juan Francisco Ferrándiz, escritor de Cocentaina, relata la vida de una joven mercadera que huye de su propio destino en pos de un futuro próspero para su familia

"La heredera del mar", nueva novela del autor de Cocentaina Juan Francisco Ferrándiz

"La heredera del mar", nueva novela del autor de Cocentaina Juan Francisco Ferrándiz / Ulldepeix

Juan Fernández

Juan Fernández

Un road trip en alta mar con coraje femenino. El escritor de Cocentaina Juan Francisco Ferrándiz, uno de los maestros de la novela histórica, se adentra con La heredera del mar (Grijalbo, 2024) en la convulsa etapa del rey Pedro IV al frente de la Corona de Aragón, relatando su confrontación directa con la Unión de Valencia. Con este telón de fondo, narra las hazañas de Marina Montaner, hija de un famoso mercader del Reino de Valencia que, por una acusación injusta, se ve envuelta en una trama que mezcla acción, romance y drama familiar.

El inicio de la historia, datado en el 1348, también plantea la llegada de la conocida entonces como la muerte negra (y posteriormente como la peste). No obstante, el autor alicantino consigue que el lector se olvide por momentos de la terrible enfermedad que azota en cada puerto y centre su atención en una historia de superación de tres hermanas que huyen de su propio destino en pos de encontrar un futuro próspero para ellas.

"La familia de esta historia, los Montaner, se inspira en una saga de mercaderes de esa época, los Mitjavila. Su relación con el rey de Aragón les permitía gozar de enormes privilegios, como tener licencia para viajar a Alejandría e importar especias. Nada podía ser peor para un mercader del Mediterráneo que ofender al rey más influyente, Pedro IV de Aragón, y así es como comienza La heredera del mar. Para salvar a su familia, Marina Montaner iniciará un periplo por el Mediterráneo lleno de giros y sorpresas para convertirse en mercadera y contrabandista", explica el autor.

De hecho, los Mitjavila aparecen recurrentemente como mención, haciendo una analogía entre estirpes familiares para que el lector entienda lo que los protagonistas han perdido con la oposición del monarca. Por ello, la novela es una constante huida donde las protagonistas tienen que cortar sus raíces y enfrentarse a una vida que no estaba hecha para las mujeres. Pero nada es lo que parece y muestra que en la oscuridad, de forma sorprendente, había muchos hilos manejados por ellas. "Al enfocarme en el año 1348 para narrar de un modo muy directo lo que ocurría con la peste, yo mismo me quedé sorprendido al encontrar decenas de nombres de mujeres en protocolos notariales de transmisión de negocios, inversiones mercantiles de sus dotes y testamentos. Había mujeres que formaban parte del tejido económico de las ciudades, cosa que irá desapareciendo y cayendo en el olvido. Por eso valía la pena rescatarlo", alega el autor.

Porque si recurrimos a la historia, podemos saber la vida de reinas y nobles, pero no del resto de ciudadanas de las que solo se encuentran menciones: "A veces son esposas de, o hijas de, pero también algunas aparecen solas. Son mujeres sin historia. La heredera del mar, imagina cómo pudieron ser aquellas mujeres y su carisma para hacer frente a los retos con todo en su contra. En ellas se inspira la protagonista para hacer todo lo que hace", añade, ideando a Marina Montaner a la semejanza de estas personas que fueron clave en su época. De hecho, una de las protagonistas, Beatriu, acaba siendo aprendiz de una de esas mujeres que decidieron coger las riendas de su vida, Joana Fortunyà.

Portada de "La heredera del mar", de Juan Francisco Ferrándiz

Portada de "La heredera del mar", de Juan Francisco Ferrándiz / información

A lo largo de la larga historia, Juan Francisco Ferrándiz profundiza en otros personajes interesantes de la época como las beguinas, grupos de mujeres que se dedicaban a cuidar a los enfermos de lepra y a consolar sus almas. "Representan esa parte ancestral de las mujeres como transmisoras del saber de un modo muy particular: mediante historias orales capaces de sanar el alma atormentada y orientar en momentos oscuros, como los que se vivían con la primera oleada de peste negra en Europa", añade el autor.

Es un atractivo adicional que tiene la novela, pues representan la libertad en todo su esplendor. También sirven para realizar paralelismos con las creencias religiosas y las artes místicas que abraza otra de las protagonistas, Teresa Montaner, que también presenta un amor diferente al socialmente admitido en aquella época. "Se sabe que unas décadas más tarde el Consell de Barcelona defendió a las beguinas contra las injerencias de la Iglesia, que pretendía incorporarlas a una orden religiosa femenina. Eran libres, eso era fundamental, y el pueblo las quería".

Mirada al Reino de Valencia

Comienza la novela en un momento clave para el Reino de Valencia: la primera vez que los ciudadanos de varias ciudades (artesanos, mercaderes y nobles), se unieron para detener los abusos que ciertos consejeros del rey Pedro IV el Ceremonioso estaban cometiendo para llenar las arcas reales. "Es una de las primeras revueltas populares de la historia de España y aquel monarca tuvo que aprender a respetar mejor a sus súbditos", explica Ferrándiz. 

El escritor de Cocentaina Juan Francisco Ferrándiz

El escritor de Cocentaina Juan Francisco Ferrándiz / información

La Unión de Valencia inició una guerra contra la Corona de Aragón que según el autor, puede explicar el presente del pueblo valenciano. "A veces me da por pensar que quizás ya entonces alguien entendió la fuerza del pueblo valenciano cuando se une y se ha preocupado de que siempre andemos divididos". Era la primera revuelta de insubordinación contra un monarca en España, coincidiendo con una epidemia que acabó con unos 50 millones de europeos. Y el devenir de la historia ayuda a entender la preocupación entre una población que no sabía qué pasaba y acababa recurriendo a artes místicas para combatir el acecho de la muerte.

En las líneas de la obra del autor de Cocentaina sobresale la siguiente frase: "Nadie puede ser más cruel que un rey humillado". La fuerza de esta oración, y de lo que supone, cobra mayor importancia al tratarse de la Edad Media. "En ese entonces, un rey era alguien elegido por Dios y estaba por encima de cualquiera a nivel humano y divino. Los primeros convencidos eran ellos. Uno de los retos de esta novela ha sido pensar como una persona del siglo XIV, con mente simbólica y mágica, y no racional como la nuestra", alega Ferrándiz.

Por ello, se entiende que lo que le hicieron a Pedro IV el Ceremonioso unos simples ciudadanos no nobles, "indignos incluso de mirarle a los ojos", la noche del Domingo de Ramos de 1348, no solo fue una ofensa: "fue un desgarro en el orden divino de las cosas, pues cada estamento ocupaba un lugar inalterable". Los castigos, por tanto, tenían como fin último restablecer dicho orden. "Mira si debió ser traumático para Pedro IV que su crónica es la única de la Edad Media en la que aparece un barbero (en alusión al hombre que inició la humillación que se narra en los primeros compases de la obra). Jamás un rey nombraría a alguien así si no ocupara sus pesadillas, por lo que creo que nunca lo superó", finaliza el autor.