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Odile Rodríguez de la Fuente: «Mi padre fue un agitador de conciencias, un humanista»

La bióloga participa hoy, a las 19 horas, en un encuentro virtual de Casa Mediterráneo

Odile Rodríguez de la Fuente. información

Félix Rodríguez de la Fuente era un gran divulgador y protector de la naturaleza, pero también su padre. ¿Resulta complicado separar esas dos facetas?

No, porque siempre he crecido con eso y mi padre afortunadamente era igual en la intimidad que en su faceta más conocida. Él hacía lo que se apasionaba porque realmente se entregó a divulgar la naturaleza y el amor a la naturaleza porque era lo que el sentía. Y en casa nos impregnaba con los mismos valores.

Han pasado 40 años desde que falleció y quizá se pierda la perspectiva, pero cuando su padre empezó realmente no había conciencia animalista que existe ahora. ¿Hasta qué punto es responsable de esa concienciación que se ha extendido hoy en día?

Yo creo que es muy, muy responsable. Él supuso un punto de inflexión en la conciencia ecológica en España Se puede decir que él troqueló a toda una generación que hoy es la vanguardia en conservación en nuestro país y fuera también.

¿Qué diría él de los movimientos animalistas o de estos espacios que muestran a los animales como parques temáticos, más en su entorno, no como en los zoos?

Bueno, son cosas muy diferente. Las iniciativas de conservación sobre el territorio las apoyaría, luego están los zoológicos y parques más abiertos, pero estaría contento porque están teniendo más en cuenta el bienestar animal. En cuando a posiciones radicales, él era una persona nada radical, no era partidario de la imposición sino de la seducción, de acercar a la gente a un mundo mejor a través de la naturaleza. Para él, las posiciones radicales no eran la vía.

¿Le gustaban los toros?

Pues no. Pero tampoco se posicionó nunca en contra. Ahora hay más politización de las diferentes posturas, pero él intentaba empoderar al ciudadano, decía que cada uno tiene que desarrollar su propio criterio. Todo lo que sea sectario, ideologizado, no iba con él. Era un librepensador.

¿Por qué un hombre que estudió medicina lo dejó todo para iniciarse en la cetrería?

Porque fue muy valiente y fiel a sí mismo. Estudió medicina por designio paterno, pero le encantó conocer cómo funcionaba el cuerpo humano para luego extrapolarlo a la naturaleza.

Acaba de publicar el libro Félix, un hombre en la tierra. ¿Qué aporta a su figura?

Yo creo que nos hemos quedado, con el paso de los años, con un diminutivo que surge de todo el cariño de la gente, pero es un poco reduccionista: Félix, el amigo de los animales. Pero él era en realidad un humanista, hablaba del ser humano y se planteaba las grandes cuestiones de la humanidad. Yo he tratado de descubrir al Félix más filosófico, más pensador, agitador de conciencias. Es un libro que recoge citas suyas estructuradas en diez capítulos. Muchas han sorprendido porque plantea cuestiones muy adelantadas a su momento e incluso al nuestro. Habla de las ciudades del futuro, de las energías del futuro...

¿Qué hábitos tendría hoy? Colocaría placas solares, tendría coche eléctrico...?

Esas cosas ya las apuntaba él en su momento. Habló de estos temas en los 70 y también de internet cuando aún no existía. Hoy sería coherente con su persona.

Hacer lo que él hizo en esa época, con esos medios técnicos, tiene mucho mérito.

En aquella época eran cámaras de 35 mm que pesaban kilos y kilos, y las baterías hacían un ruido terrible. Ellos fueron pioneros, marcaron la dirección en la que irían los documentales de naturaleza del resto del mundo.

¿Y qué lección sacaría de la pandemia del coronavirus?

Hubiese pensado que es una enorme lección de humildad. Sentimos que este sistema económico es imparable y sin embargo un virus, una cosa microscópica, puede poner en jaque el sistema socioeconómico a nivel global.

Usted es bióloga y no sé si su padre tendrá culpa de ello.

Hombre, claro. Yo soy su fan número uno. Teníamos perros y por casa siempre pasaba un cachorro de león, uno de oso, un ocelote... También tuvimos una lince que se llamaba Martina. Pero al final acaban en centros especializados.

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