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Cuarenta años detrás del arte

Joserre Pérezgil se jubila el próximo día 12 tras dos décadas como restauradora de las colecciones de la Diputación y 18 años como directora técnica del Mubag, desde su inauguración en 2002

Joserre Pérezgil se jubila tras 18 años como direcora del Mubag

Joserre Pérezgil se jubila tras 18 años como direcora del Mubag

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Joserre Pérezgil se jubila tras 18 años como direcora del Mubag Cristina Martínez

Crecer rodeada de pinceles, óleos y lienzos con la influencia de su padre, José Pérezgil, le llevó inevitablemente a decantarse por el mundo del arte cuando tuvo que elegir. Pero «con un pintor ya era suficiente en la familia», afirma, así que giró hacia el mundo de la restauración cuando acompañó a su progenitor a trabajar en el Retablo de las Ánimas en la Concatedral de San Nicolás.

Así que se fue a estudiar al Instituto de Restauración y Conservación de Bienes Culturales en Madrid. Volvió a Alicante en 1981 y tres años más tarde empezó esta aventura a la que pondrá un final -feliz- el próximo 12 de junio cuando cierre la puerta del Mubag para volver a entrar como una visitante más. Inauguró la apertura en 2002 y ahora le dará tiempo a hacer lo propio con la reapertura tras el coronavirus.

Entre medias, mucho trabajo y, de lo que se acuerda, muchas satisfacciones. «Hasta que no aprobé la plaza en 1984, en la Diputación no había restaurador, me dieron una mesa en el despacho de Enrique Llobregat y allí estuve varios años». Entonces, el sótano del Palacio Provincial lo ocupaba el Museo Arqueológico y Llobregat controlaba también el patrimonio artístico. Aunque, asegura, «había poco, unas 192 piezas». Ahora, deja una colección de más de 2.500. «Empecé a hacer un trabajo de investigador e historiador más que de restauradora, tuve que empezar desde cero para hacer un inventario».

Las fichas rayadas de cartulina fueron llenándose de datos mientras Joserre Pérezgil recorría las dependencias de la Diputación «localizando obra por obra» y también en la Subdelegación del Gobierno o el Palacio de Justicia porque se prestaban pinturas. «Me fuí a buscar cuadros hasta en el psiquiátrico e incluso la morgue, que lo tenían como almacén, y en las dos torres del palacio también había cuadros y libros que no estaban inventariados».

En esa tarea pasó cuatro años. «Ese fue el principio de las colecciones artísticas de las Diputación». Pero ella es restauradora. «Había mucha obra que había que empezar a recuperar porque no esta en buenas condiciones, así que se montó un taller en una de las torres del palacio, la de la derecha (desde la calle) que había sido el estudio que la Diputación dejó a Emilio Varela cuando le negó la beca para estudiar».

Esa primera época fue solitaria para Pérezgil. Restauraba, inventariaba y hacia la ficha del estado de conservación. Después, en 1990, le llegaría el primer apoyo con la restauradora María Dolores Vilella. Entonces empezaron los certámenes de artes plásticos de la Diputación, con los que se adquiría obra. «Al principio era algo humilde, pero llegó a tener reconocimiento internacional». De esta forma, se adquirieron obras de Soledad Sevilla, Antón Patiño, Aurelia Masanet, María Chana, Iluminada García... que fueron engrosando la colección.

El auténtico impulso fue, destaca, cuando estando como presidente Antonio Fernández Valenzuela, como diputado de Cultura Mario Candela y como director del Centro Eusebio Sempere Segundo García, se pensó en ampliar el fondo de arte contemporáneo. «El 80% era arte academicista, que es el origen del Mubag, y entonces se puso en marcha una política de adquisición de obra».

Eso fue en los 90. «Tenemos obra de Miralles, un Tàpies excepcional, todo el Grupo El Paso, Equipo Crónica... fue algo magnífico».

Pero el momento clave de su trayectoria llegó en 1999, cuando se plantea hacer un gran museo arqueológico y de Bellas Artes en bloque en el antiguo Hospital Provincial. Finalmente, se desvincularon. «Miguel Valor propuso a Julio de España la creación de un museo solo de Bellas Artes con nuestras colecciones y eso supuso un antes y un después».

A Joserre Pérezgil le encargaron el proyecto museográfico. «Todo lo hicimos los técnicos de la Diputación, con el Área de Arquitectura, con Rafael Pérez a la cabeza; se contrató a seis restauradoras y a ocho historiadoras del Arte, todo mujeres, y desde 1999 a 2002 hicimos el catálogo, se inventarió todo y se restauró la obra que iba a venir al museo».

Ahí aparcó su faceta como restauradora y asumió la dirección técnica del Mubag. «Fue el momento más importante de mi carrera, una lotería que pasó por delante y me tocó a mí; no puedo estar más agradecida a este proyecto». Ponerlo en marcha «fue difícil», pero buscar su camino más. «En estos 18 años, el museo se ha ido consolidando en su apuesta artística, aunque del equipo de 14 personas se quedaron dos restauradoras y dos historiadoras. No ha sido fácil, ha habido que trabajar mucho».

Una de las decisiones importantes fue marcar su línea como museo. «No tenía sentido poner arte contemporáneo con el MACA a 50 metros y con una gran colección, así que nos centramos en la pintura del XIX». Eso fue en 2012 y así consiguieron, «mi equipo y yo», recalca, ganarse la confianza de instituciones como el Museo del Prado, que ha dejado en depósito 14 obras en el Mubag o el Museo de Bellas Artes de València. «Esa fue la gran apuesta y hemos posicionado al Mubag en la pintura academicista del XIX; se ha consolidado como un punto de referencia en las Bellas Artes».

El año pasado el Mubag cerraba sus puertas para someterse a una reforma estructural, en lo referente sobre todo a instalaciones, más meses de lo previsto. Aunque menos previsto todavía era que el museo tuviera que cerrar sus puertas de nuevo debido al coronavirus. «La obra fue terrible, pero era necesaria porque si no hubiéramos tenido que cerrar, el tema de la climatización era básico. Pero luego las circunstancias han sido así y la planta baja se ha quedado parada por el tema del coronavirus... pero el museo se va a reabrir», asegura mientras supervisa la colocación de pegatinas, carteles y dispensadores de gel para la vuelta a la actividad prevista, en principio, para la semana que viene. «El día 12 será mi último día, así que lo dejo reabierto otra vez, aunque ahora sea con geles y mascarillas».

A partir de entonces volverá como un visitante normal. «Todavía no lo he pensado, tengo que poner un poco de distancia. Pero cuando vuelva espero volver a mi casa, con mis amigos, con la gente del museo, porque todo se ha hecho gracias a ellos, a que nos hemos llevado muy bien y hemos tenido las ideas claras... ha sido un delicia trabajar con todos ellos a lo largo de estos años. Soy una enamorada de mi trabajo y que me hayan pagado por ello es un privilegio».

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