El fallecimiento de Miguel Artola este martes, a los 96 años, supone la pérdida de un "maestro de maestros" en la investigación de la historia de nuestro país y de una figura "esencial" para conocer el pasado reciente de España.

En palabras del que fuera director de la Real Academia de la Lengua, Víctor García de la Concha, Artola fue "un verdadero maestro universitario" que a lo largo de su dilatada trayectoria incrementó "el conocimiento histórico" y creó "escuela para llevar a cabo el estudio de la historia" española, "sobre todo de la contemporánea".

Así lo definió García de la Concha durante la entrega del Premio Nacional de Humanidades "Lorenzana", que el estudioso vasco, nacido en San Sebastián en 1924, añadió en 2008 a su extensísima lista de méritos y reconocimientos, encabezada por el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1991 y el Premio Nacional de Historia de España en 1992.

Imbuido de una "autoritas" magistral, se cuenta de él una anécdota, ocurrida en 1983, que define su carácter, cuando, siendo ministro de Cultura Javier Solana, en una reunión con un grupo de universitarios para hablar de la perspectiva de fin de siglo, le preguntó a Miguel Artola "qué le falta a España para ser un país como Francia o Alemania" y éste, tras un brevísimo silencio, respondió: "tiempo".

Una personalidad que también quedó recogida en sus libros y en numerosas publicaciones sobre el antiguo régimen y la revolución liberal, los ferrocarriles en España, la burguesía revolucionaria, el latifundio, los partidos y programas políticos, entre los que destaca su obra "Los afrancesados", que fue reeditada con ocasión de la celebración del Bicentenario de la Guerra de la Independencia.

Al contrario que otras eminencias, Artola, miembro de la Real Academia de la Historia y doctor honoris causa por la Universidad del País Vasco y Salamanca, sí fue profeta en su tierra, donde se hizo merecedor en el año 2000 del premio que anualmente entrega la Sociedad de Estudios Vascos y que en aquella ocasión reconoció su "excepcional obra historiográfica" y su labor docente.

Por aquel entonces, Juan José Goiriena, en su cargo de director de Eusko Ikaskuntza, lo alabó como "autor de referencia de la historia del siglo XIX" y del pasado vasco, gracias a sus publicaciones sobre la reconstrucción de San Sebastián o los fueros de Bizkaia.

"Su obra es clave para comprender la transición del Antiguo Régimen a la sociedad actual, la revolución burguesa, los fundamentos económicos de la modernidad o el mundo contemporáneo", ensalzó en aquel momento Goiriena a Artola, un profesor que, desde su labor docente en Salamanca y Madrid, formó a generaciones enteras de historiadores que hoy lamentan su pérdida.