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Luis de Castro, el alma del teatro en Alicante

El director del Principal entre 1984 y 1999, y fundador de la Asociación Independiente de Teatro de Alicante, falleció ayer a los 75 años. Con su labor colocó a la ciudad en el eje escénico del país

Luis de Castro, en el Teatro Principal de Alicante Carratalá

Reconocía en 2016, cuando recibió el Premio Maisonnave de la Universidad de Alicante, que si tenía una virtud «es la constancia». Y lo ha sido en su vida profesional y también en su lucha para superar un trasplante de hígado, que venció, y un cáncer, que, este sí, acabó ayer con su vida en su casa familiar de Sella, a los 75 años.

Luis de Castro, que presumía de haber trabajado cuarenta años «en lo que me gustaba y que me hizo enormemente feliz», pasó los últimos días junto a sus hermanos y sobrinos, que le acompañarán hoy en el tanatorio de la Siempreviva de Alicante, donde solo pueden estar 14 personas debido a la crisis sanitaria por el coronavirus, antes de recibir sepultura a las 11.

Este hombre de la cultura, que desde 2003 se asomaba los jueves al diario INFORMACIÓN con su sección Desde mi terraza, ha sido una figura fundamental del teatro en Alicante y la correa de transmisión imprescindible para que la ciudad fuera parada obligada de los grandes actores y compañías durante varias décadas.

Sobre todo durante su etapa como director del Teatro Principal, cuyas riendas cogió en 1984 en una labor que terminó en 1999, tras acometer en 1991 en el coliseo alicantino la mayor reforma realizada en el edificio hasta el momento. Según, afirmaba, «la más enriquecedora etapa de mi vida» y también la más reivindicativa. «Una programación como corresponde a cualquier teatro público debe considerarse una inversión y no un gasto», aseguraba.

Actores como Núria Espert, que Luis de Castro quiso homenajear dando su nombre a una de las salas del teatro; Paco Rabal, María Asquerino (su amiga y en los últimos años de la vida de la actriz su examiga, como él decía), Paco Valladares y Paco Mir, Carles Sans y Joan Gràcia (es decir, Tricicle) son algunos de los rostros de la escena por los que sentía devoción.

Su pasión por el teatro -«que hace pensar más que ninguna otra disciplina»- le venía de lejos y llegar al Principal fue el resultado de un camino lleno de iniciativas que pusieron a Alicante en el punto de mira escénico en el país.

Aunque estudio Derecho en el Centro de Estudios Universitarios de Alicante, carrera que terminó en Murcia, las tablas eran lo suyo. Primero como actor en el Club de Amigos de la Unesco y después, con 21 años, formando el grupo Alba del Club 47, convertido más tarde en Alba 70. Allí conoció a algunos de sus grandes amigos.

La compañía se disolvió en 1975, después de llevar a escena más de 50 montaje, pero su constancia, de nuevo, le llevó a crear la Asociación Independiente de Teatro, entidad que supuso un antes y un después en la historia teatral de la ciudad. Durante diez años, la AITA trajo a Alicante más de 300 espectáculos y sus premios reconocieron el trabajo de decenas de actores y directores. Su relación con los grandes de la escena se incrementó a partir de 1984 cuando fue nombrado director del Principal. Tras dejar el cargo en el teatro alicantino, creó una empresa de producción y distribución de espectáculos, Artemásartes.

Hombre de carácter y amigo de sus amigos, la terraza de su casa, que luego dio título a su colaboración en INFORMACIÓN, se convirtió durante varias décadas en punto de reunión. Actores, empresarios y profesionales de distintos ámbitos acudían como un ritual a estos encuentros en los que se hablaba de todo, «sin que salga de aquí», aseguraba.

El Premio Maisonnave que le concedió la UA fue en cierta medida un colofón a su trayectoria, que, como él dijo entonces, «se resume en tres periodos que totalizan cuarenta años y que ocupa solo tres líneas». Si hay que añadir una línea más, su defensa de los derechos humanos, «entre los que la educación y la cultura forman parte esencial, es a lo que he dedicado toda mi vida».

El alcalde de Alicante, Luis Barcala, lamentó ayer el fallecimiento de quien demostró «una notable capacidad de trabajo para situar el Principal entre los teatros más importantes de España».

Para María Dolores Padilla, subdirectora del Principal, Luis de Castro con el grupo Alba 70 y la AITA «consiguió que en aquellos años los alicantinos disfrutáramos de los mejores montajes teatrales. Siempre le estaremos agradecidos».

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