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Las salas de conciertos pierden el ritmo

Los espacios de música en directo en la provincia miran a octubre y rechazan la reducción de aforo y sentar al público por ser «inviables» y provocar más perdidas abiertos que permaneciendo cerrados

Concierto de Carlos Sadness, celebrado en la sala The One de San Vicente. ÓSCAR CAMACHO

Será en la fase 2 cuando se podrán celebrar conciertos en espacios cerrados con un tercio del aforo habitual. Pero, de momento, la provincia seguirá sin que sus salas de conciertos abran las puertas. Y no porque Alicante se encuentre desde mañana todavía en fase 1 sino porque la idiosincrasia misma de lo que significa un concierto es incompatible con unas medidas de seguridad que le hacen perder toda la esencia. Y también su rentabilidad.

Cuatro salas de la provincia, de las muchas que en los últimos años apuestan por la música en vivo, ven el futuro inmediato con cierto desánimo, pero quieren poner la mirada en un fin de año que esperan sirva para recobrar la normalidad y el ritmo. Eso sí, marcado por la incertidumbre.

Euterpe, Stereo, Babel y The One, todas pertenecientes a la Asociación Estatal de Salas Privadas de Música (ACCES), han parado en seco su actividad, suspendido y aplazado conciertos, y activado Ertes a la espera de una solución justa a la posible devolución de entradas. Pero lo que no han perdido es el espíritu emprendedor y las ganas de recuperar la música en vivo.

Hace unos días, la Plataforma de Salas de Conciertos, en la que está integrada ACCES, mostraba su malestar por la falta de interlocución del Gobierno con el sector y por las «confusas medidas restrictivas» aplicadas a estos espacios.

Euterpe empezó su andadura con Fran Boronado en 2013, con una media de 60 u 80 conciertos al año de octubre a mayo, de los que ha tenido que cancelar más de 30. «A día de hoy no sabemos si en julio podremos abrir con normalidad y además somos ocio nocturno, por lo que somos fase 3, pero al mismo tiempo somos sala, por lo que estaríamos en fase 2».

Reducir el aforo el 30% y montar sillas resulta «imposible» y «no es rentable, no podríamos pagar los cachés y supondría pérdidas porque una sala de conciertos empieza a ser rentable, trabajando la barra, a partir del 75 u 80% del aforo». Aunque, asegura, en la fase 4, que permite el 50%, «tendremos que abrir porque cuando acabe el estado de alarma terminan las prestaciones».

Para este empresario, que aboga por la rebaja del IVA del 10 al 4%, tener al público sentado, a dos metros de separación, «sería perjudicial para el artista y para el público; un concierto de rock no lo concibo con 30 sillas en medio de la sala».De la misma opinión es José Manuel Piñero, de la Sala Stereo de Alicante, que tiene una capacidad para 250 personas. «Decidimos cancelar bolos y cerrar la sala antes del estado de alarma por lo que podía venir». Son 18 conciertos los perdidos, la mayoría aplazados, a excepción de bandas extranjeras que han suspendido gira. «Ya estamos dando fechas para 2021», asegura.

El 30% del aforo lo ve «inviable» y no cree que «nadie del sector» pueda trabajar con un tercio de su aforo, «ni siquiera con el 50%». «Las entradas tienen que pagar al artista, los técnicos,controles de acceso, taquillero, campaña de comunicación... Un concierto no es un artista es el equipo de gente de conlleva, sin contar hoteles y restaurantes». De hecho, Stereo cuenta con una plantilla de 11 personas, todas en ERTE..

Lamenta que para el Gobierno la cultura «sea lo último» y confía en las acciones de la Associació de Sales de Música en Directe de la Comunitat «que están intentando conseguir ayudas y que se generen sinergias». Ahora ni siquiera pueden acceder a un préstamo del ICO. «No nos lo dan porque la música es un sector de riesgo».

De momento, la apertura la ve lejos. «No vamos a abrir porque perdemos menos dinero cerrados que abiertos, hasta que no se nos permita funcionar con 100%, con medidas de seguridad, claro».

Son 300 personas las que caben en la sala Babel de Alicante, que cuenta también con 27 locales de ensayo. Todo paralizado. «Vamos a ver si en fase 1 podemos empezar con las salas de ensayo al menos porque en cada una entran 4 o 5 personas como mucho, aunque las zonas comunes están consideradas de pública concurrencia y tendremos que cumplir otras normas», afirma su gerente, Pablo Alcusón.

Aplazamientos

Había puesto su mirada en junio para retomar los conciertos, normalmente viernes y sábado y tres grupos por día, pero tampoco. «Hemos aplazado también los conciertos de julio, además de las actividades como clases, jam session, alquiler de salas para grabar vídeos...».

Lo que tiene claro es que como mínimo necesita poder llenar la mitad de la sala para poder cubrir gastos. «Ahora hemos perdido los mejores meses del año; esperemos que cuando abramos la gente tenga ganas de ver un concierto, aunque sentado no es lo suyo... si ya nos cuesta que la gente no fume». Pero es optimista. «Empezaremos a recuperar la normalidad a partir de octubre».

Para Santy Mataix, de la sala The One de San Vicente (antigua Nave 8), el horizonte también está en octubre, mientras sus 16 trabajadores de plantilla están en un Erte. «Solemos hacer tres sesiones, jueves, viernes y sábado, y a veces dos los sábados, pero todo está aplazado». Cuenta con la ventaja de que con un aforo de 1.000 personas es una de las salas más grandes de la provincia, pero el 30% le sigue sin cuadrar. «Teníamos conciertos cerrados hasta 2021 y dejar fuera a 600 personas, incluso el 50% del aforo, supone doblar el precio de la entrada como poco o la bajada del caché del artista, pero en los contratos ya firmados no lo van a rebajar».

El problema en el aplazamiento de conciertos que tenían todo vendido está en que si hay que reducir aforo «cómo seleccionamos a los que sí entran y los que no» y «cómo vamos a sacar del Erte a los trabajadores si se abre en esas condiciones».

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