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Los técnicos, el último eslabón

Iluminadores y encargados de sonido alicantinos en artes escénicas y música afrontan un futuro «negro», en un sector apenas regulado

Julio José Martínez Pillet, en una clase de iluminación.

Entre marzo y mayo se han suspendido en España 30.000 actuaciones que supondrán unas perdidas estimadas en130 millones de euros. El dato lo recogen en un documento una treintena de asociaciones de las artes escénicas y de la música, en el que exponen el panorama actual del sector.

Dentro de esos colectivos se encuentran creadores, compañías, empresas productoras y distribuidoras, salas de exhibición y también técnicos, el último eslabón de la cadena y uno de los sectores más maltratados ya en una situación de normalidad y por la que esta crisis está pasando y seguirá haciéndolo por muchos meses más como una apisonadora.

En Alicante, los profesionales del sonido y la iluminación son muchos y se enfrentan a una jornada sin horarios, autónomos y freelance que cobran y cotizan solo cuando hay función o concierto. Pero de momento, ni una cosa ni la otra. Un colectivo con poca fuerza que no tiene convenio propio sino que esta adscrito, para mayor asombro, al del metal.

El iluminador alicantino Juanjo Llorens, galardonado con varios premios Max, juega en primera división, aunque «este año era fantástico de trabajo para mí pero el sector está parado totalmente y la peor parte se la llevan los técnicos freelance».

Llorens ha tenido que dejar pasar dos estrenos, Mujercitas, en el Teatro Español, y Alegría Station, en Matadero, sin contar París con El Circo de los Horrores o los festivales de teatro de verano. «Si calculas a cómo pagan la hora de tu trabajo es la mitad que una señora de la limpieza, con todos mis respetos evidentemente. En el teatro te puedes tirar 18 horas e incluso 24 y los que están bien pagados pueden cobrar 250 euros brutos por jornada, pero lo normal son 120 o 180 como mucho, más 30 de dietas y hotel pagado, o 90 y te lo pagas tú; y encima nos meten en proveedores y nos pagan hasta en 90 días». Reconoce que los teatros públicos del INAEM «se están portando bien porque había estrenos preparados y están pidiendo facturas para pagar».

El problema, asegura, es que no se tiene conocimiento del sector. «Tenemos una asociación con 300 miembros y tenemos contacto con otros colectivos de Europa; ellos van por delante, aquí no se nos reconoce como autores, ni a los escenógrafos ni a los iluminadores ni a los figurinistas...».

Todo esto se agrava ahora. «El problema es muy gordo porque solo los grandes teatros públicos podrán aguantar lo del aforo limitado, además las compañías no han podido ensayar ni saben si van a poder viajar o estar juntos en el escenario. La incertidumbre es grande».

Alberto Fermín también es técnico y la mayor parte de su trabajo la desempeña en el Teatre Arniches de Alicante, contratado por la empresa adjudicataria para los servicios técnicos. «La mayoría somos autónomos y solo sabemos que vamos a estar en la cola de la integración laboral porque nuestro trabajo requiere agrupación de gente. Hay que tener paciencia y esperar, ver cuál será la nueva normalidad y después pensar en una reducción de costes y eso requiere la bajada del IVA».

Fermín valora las medidas anunciadas por el ministro de Cultura, «pero a fecha de hoy no tenemos ni idea; al menos que se nos pague para poder sobrevivir».

«Hundidos y sin ver la luz al final del túnel». Así se siente Julio José Martínez Pillet, técnico de Almadraba Teatro desde hace 15 años. «Seguramente no volvamos a trabajar hasta octubre, con suerte, y como se cobra a 60 días pues no tendremos nada hasta noviembre o diciembre».

Las ayudas y el caso de la intermitencia laboral «está muy bien», pero no sirve a todo el mundo. «Quien da trabajo son los ayuntamientos y esas medidas no van destinadas a esas entidades». Y tiene claro que los teatros «no van a abrir con un 30% del aforo y más coincidiendo con el fin de la temporada».

Los conciertos, más lejos

Unas 30.000 familias viven directa o indirectamente del sector de la música en España y a la mayoría no se les ve sobre el escenario, según datos de la federación nacional de Es_Música. En los conciertos de artistas ya con un renombre trabajan entre 30 y 150 personas.

Estos datos, sin embargo, no auguran nada bueno para los técnicos de los conciertos porque la viabilidad de que se puedan volver a celebrar es incierta.

Alejandro Pinilla trabaja como técnico de sonido en la Sala Stereo y acompaña en los conciertos a Carmen Bouza y Gimnástica. «Tenía llena la temporada, pero en cada prórroga del estado de alarma he ido borrando fechas». En este tiempo, ha perdido 30 días de trabajo, en su mayoría los fines de semana, principalmente, aunque es afortunado porque tiene otro trabajo. «El problema es que no tenemos ni idea de cuándo volveremos... quiero pensar que en Stereo igual para finales de año se puede empezar con conciertos de aforo reducidos».

Apunta que mucha gente «trabaja en los festivales de verano y vive de eso, y ahora se queda sin esos ingresos», y también que el sector «no está regulado, ni tiene horarios». En este sentido señala que «somos muchos técnicos de artes escénicas y música en Alicante», pero no ha asociación ni sindicato «ni nada».

Conciertos de Las Cigarreras, festivales como Plataforma o Sin City, conciertos Movistar e incluso temas de Hogueras son los ejes de referencia para Miguel Ángel Calatayud, que fue freelance, luego contratado y al final montó su propia empresa. «Hemos tenido que cerrar y no sabemos cuándo podremos trabajar porque todo gira en torno a reuniones de personas».

Reconoce que este sector «ha estado abandonado de siempre, pertenecemos, al convenio del metal y no se fijan ni jornadas ni nada, es todo muy caótico, hay eventos que duran días y es muy difícil de manejar». El futuro lo ve «negro, negrísimo, porque está todo en el aire».

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