«Al sentarme cara a cara con la muerte, La pelona fue algo que curiosamente me enseñó a vivir. Ahora, 11 años después, vuelven a mí estos autorretratos pidiéndome revisitarlos. En ello estoy». Así describe la fotógrafa Mili Sánchez su propuesta en la calle para el festival PhotoAlicante con un impresionante retrato ubicado en la ronda del castillo de Santa Bárbara, fruto de las fotos hechas durante el proceso de curación de un cáncer de mama.
Esta es una de las doce intervenciones instaladas en la vía pública que reflexionan sobre cuestiones identitarias y su contexto en distintos puntos de Alicante y Sant Joan, la única actividad que ha podido salvar para el público este festival tras el cierre decretado de museos y salas de exposiciones por el coronavirus.
Y en el contexto actual de estado de alarma, las imágenes de lugares abandonados que recupera la naturaleza en Hunter Dream, de Alberto Cortés, cobran nuevo significado en la intervención de la plaza de España de Sant Joan, al igual que -en el polo opuesto- Summertime, de María Sainz, que invita a revivir sensaciones de verano y felicidad en Las Cigarreras.
Allí, en el muro exterior, también aguardan posando sonrientes los vecinos de la zona Edusi fotografiados el pasado año en el estudio móvil de Grupo Salvaje. Y en la calle Labradores, la adolescencia reflejada en Extraño paraíso de Gisela Vola , queda cerca de la intervención en la Rambla donde Bárbara Traver retrata la relación ambigua con su madre .
Hanna Jarzabek aborda en Flores de otoño la realidad LGTB a menudo olvidada frente a los estereotipos, en las escaleras del Jorge Juan de Alicante, mientras en la Casa de Cultura de Sant Joan, Julia Galán plantea en Nadie una reflexión sobre la identidad como ficción a través del disfraz, con grandes rostros cubiertos tras los que ocultarse o ser otros.
La identidad también se manifiesta en el paisaje de grandes estructuras en entornos protegido o cerrados al público, como muestra Andrea Mota en Gigantes. Más, en photoalicante.com.
