Recorrer la Patagonia es un clásico entre quienes eligen Argentina y Chile para sus vacaciones. Este rincón esconde paisajes idílicos, con lagunas preciosas y montañas con las formas más singulares. Precisamente, hoy toca pivotar entre dos espectáculos naturales: la magia de Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, y El Calafate, el municipio que esconde uno de los glaciares más grandes del planeta. Y, para hacerlo, solo hay una condición: movernos en autoestop.

¿Por qué? Por muchas cosas. Porque es mágico aprovechar un trayecto tan largo (1.000km) para conversar con gente del lugar, recoger sus tips y conocer más sobre la forma de vida. También porque es una aventura bien grande, uno puede sentir la adrenalina de no saber quién parará, si pararán, hasta dónde le llevarán o si se hará de noche. Por supuesto, el dinero es otro factor. El viaje que estoy haciendo es bastante largo (ya llevo cuatro meses y medio por sudamérica) y, al final, los euros que no pagas en un tramo tan largo te dan para vivir dos o tres días.

Despierto a las 5:30 de la mañana, cargo mis mochilas y salgo a la carretera. Por delante, cuatro controles migratorios, el estrecho de Magallanes, paisajes desérticos y guanacos que escupen. ¿Conseguiré llegar antes de que caiga el sol?