Octavio Ferrero (Ibi, 1981) está acostumbrado a estudiar propuestas y a leer manuscritos en la editorial Degomagom, dedicada al álbum ilustrado y al cómic, que creó hace dos años en esta localidad de la Hoya de Castalla. También lo hizo durante diez años en la revista cultural Opticks Magazine, con el fin de compartir algunos de los mejores textos e imágenes en esta publicación digital. Pero ahora Octavio ha sido el cazador cazado, el editor que acaba de publicar con una editorial que no es la suya -Anaya-, su primer libro destinado al público infantil, Triscuspascos.

«Para mí ha sido toda una sorpresa porque me presenté al concurso de narrativa infantil Vila d'Ibi y no gané, pero esa misma noche me llamó el editor de Anaya diciéndome que le había gustado la historia y lo quería publicar», explica Ferrero, que añade que «hasta que no lo tuve en la mano no me lo creía».

Este editor y autor primerizo apunta que «como yo estoy en ese lado de la barrera soy consciente de lo que cuesta y es curioso porque, como autor, más novato no puedo ser y ese pudor de ver tu historia publicada está ahí», comenta el responsable de una historia con un monstruo imaginario, Triscuspascos, cuyo nombre se le ocurrió durante un viaje con su hijo de dos años y su esposa cuando, al buscar distracciones para aligerar el trayecto, jugaron a inventar palabras de pronunciación difícil basadas en balbuceos.

El cuento está escrito en segunda persona «con muchos diálogos en un texto fresquito» y bañado en ilustraciones coloristas de David Pintor ( El primer diccionario de Nara, Radio Bulebule, Barcelona..). Y la protagonista es una niña, Sofía, que deja de ser el centro de atención al nacer su hermano, y durante una semana aprovecha el misterio de la noche para contarle la historia del monstruito.

«En el libro sobrevuela la relación entre dos hermanos y cómo se manejan los celos infantiles», destaca Octavio Ferrero, que considera que «tener un hijo me ayuda a que surjan historias, pero no teniéndolo a él como ejemplo, sino porque desde siempre le cuento cuentos y acaba preguntando: ''¿y qué más?''». Hace escasos días que Ferrero acaba de ser padre por segunda vez y aún no se ha planteado que el hermano mayor le lea el cuento al pequeño alguna vez en el futuro: «Sería divertido», declara.

Gracias a la paternidad, Ferrero ha descubierto «un nuevo lenguaje y un campo, el de la literatura infantil, que me gusta y en el que me siento muy cómodo», destaca sobre su experiencia como escritor, que hasta ahora se limitaba a relatos breves para adultos, pero no editados en forma de libro.

Futuros proyectos

Para el autor, ver publicado su primer ejemplar con Anaya «es un empujón grande» a su trabajo «y que te paguen por algo que te gusta hacer es un lujo», aunque aún lo percibe como «algo raro, que me tomo con precaución y con los pies en el suelo». Y contar con las ilustraciones de David Pintor, a quien el pasado año editó con Degomagom El primer diccionario de Nara, lo considera «una suerte porque es un profesional enorme al que admiro y ha cuidado mucho los dibujos. Son como los imaginaba»

Las 60 páginas de Triscuspascos son suficientes como para que este sea el primero de otros proyectos narrativos de Ferrero en el futuro, dentro del campo infantil, con otras editoriales que tampoco serán la suya.