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Españoles atrapados en los gulags de Stalin

El alicantino Xavi Crespo estrena El último aviador, un retrato de los pilotos republicanos formados en la URSS que, al finalizar la Guerra Civil, son castigados y enviados a Siberia por su negativa a colaborar con el sistema soviético

Pilotos republicanos en la URSS, en los cursos de formación. información

En el marco de nuestra guerra «incivil», la goyesca muerte a garrotazos, el Gobierno republicano colabora con la URSS para la formación de pilotos con los que poder renovar y reforzar sus fuerzas aéreas. Un pacto secreto cuando regía la política de no intervención entre el resto de potencias mundiales que veían, irónicamente, a España como un campo de experimentación de los arsenales y bombardeos estratégicos del venidero conflicto internacional.

En la cuarta promoción de estos pilotos, entre prácticas y lecciones, finaliza entonces la contienda bélica española, produciéndose un contexto difícilmente resolutivo en términos diplomáticos. La URSS, en estas circunstancias, ante un nuevo enemigo con la España franquista, ofrece a estos pilotos integrarse en el sistema soviético. Y aunque algunos aceptaron -de hecho, algunas fuentes aseguran que en el círculo de guardaespaldas de Stalin había españoles venidos de la antigua República- la mayoría se negaron y comunicaron su deseo por regresar a casa.

Desde aquel instante, estos españoles fueron vistos bajo sospecha, vigilados y castigados con dureza, enviados a campos de «reeducación» o de trabajos forzados, en los gulags de Siberia. En condiciones extremas, en míseras condiciones de hambre e insalubridad durante años hasta que, en el intercambio de los prisioneros con la División Azul, regresaron a España a mediados de los 50.

Esta es la desconocida «voz dormida» -parafraseando la popular novela de Dulce Chacón- que ha rescatado el productor alicantino Xavi Crespo con el documental El último aviador. El último aviadorUn retrato histórico que, en la persona de Vicente Montejano o Paco García -que residía en Benidorm-, ahonda en estas historias inéditas, de supervivencia, que aportan luz a uno de los capítulos más ignorados de nuestra historia.

«El documental se comenzó a rodar en el 2013 a toda prisa puesto que queríamos sobre todo trabajar con el testimonio, con la oralidad de todos sus protagonistas. Y la idea fue durante un rodaje en Aragón, en un encargo que me permitió hablar con Francesc Betriu, que me dio a conocer la historia de Vicente Montejano, y fue ahí cuando comenzamos a trabajar todas estas historias que íbamos poco a poco recuperando», señala Crespo, de Dacsa Produccions, natural de Monóvar, sobre este documental que cuenta además con el apoyo de À Punt y RTVE.

«Cuando finaliza la Guerra Civil Española, el Gobierno ruso lesplantea el siguiente dilema: '¿Qué queréis hacer?'. Algunos quieren volver a su hogar, pero la URSS entonces entiende que todos ellos, de alguna manera, son colaboracionistas de Franco, por lo que empiezan a sufrir distintas vicisitudes, etapas de vigilancia, de espías, de información... hasta incluso verse en los gulags rusos. Muchos pilotos republicanos también intentaron huir a través de la embajada alemana, en el instante en que Hitler y Stalin firman el primer tratado... pero la situación es muy compleja... Para Stalin y la URSS, todo lo que no era estar con ellos era contra ellos, era contrarrevolucionario, y salirte del esquema tenía esos riesgos de muerte», agrega.

«Vicente Montejano, por ejemplo, se negó a colaborar y con su testimonio hemos reconstruido toda su biografía. Pero otros sí que batallaron en la II Guerra Mundialy colaboraron con el régimen soviético, porque entendieron que esta era la única forma de poder regresar a España. Y eso mismo ocurrió con Paco García, al que entrevistamos en Benidorm. La historia de Paco es especialmente emotiva puesto que allí, en la URSS, conoció a su pareja, que era una niña de la guerra, las que fueron enviadas desde España en la Guerra Civil para tener una vida mejor», explica Xavi Crespo.

Para el cineasta alicantino, que lleva con el género del documental desde el 2000, esta pieza audiovisual ha sido toda una sorpresa por la carga emocional, por el material original que aporta. Y, además, por ello, han apostado por un nuevo prisma a la hora de abordar el relato del documental, no tan centrado en el aspecto cronológico, en la cadena de acontecimientos, sino en la dimensión oral de todo lo recuperado. «Hay una increíble parte humana que va a gustar mucho», añade.

«Hay un tramo donde cuenta el peso cronológico, aunque lo más importante son sin duda los personajes, lo que ellos nos aportan, y que hemos apoyado sobre la base de otros historiadores. Tenemos muy en cuenta lo vivido, que para nosotros es la base del documental. Porque, sea lo que sea, cuentes lo que cuentes, el documental tiene que tener su condición de vivo, de llegar e interesar. Ahí radica la potencia», apunta Crespo, sobre un género, el documental, «cada vez más adentrado en las nuevas narrativas», en nuevos elementos que, por ejemplo, hace que ya no veamos extraño el fragmento de una entrevista vía Skype dentro del documental. «Si es interesante, hay que contarlo. Sea como fuere, y ahí está la esencia del documental», concluye.

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