La Turritopsis dorhnii nace, crece, se desarrolla, envejece y antes de morir vuelve a hacerse joven. Este proceso resumido es el que realiza la conocida como medusa inmortal, que se encuentra en aguas del Mediterráneo, y ese es el concepto sobre el que se sustentan las últimas investigaciones de la artista Rosana Antolí (Alcoy, 1981).

Los primeros pasos de este trabajo los mostró el pasado año en la Tate Modern de Londres, donde estuvo dos meses presentando un proyecto performativo, y ahora con un camino más largo y afianzado, lo llevará a la cuarta planta del edificio CentroCentro de Madrid, en el Palacio de Cibeles, sede del Ayuntamiento y uno de los espacios culturales más destacados de la ciudad.

Una edad de oro: pulso, pálpito, deriva es el título de la que se convierte en su primera exposición individual bajo el paraguas de una institución en la capital. Será el 21 de febrero cuando se inaugure y el 17 de mayo cuando se clausure.

«En los últimos años he investigado mucho sobre la medusa inmortal y los océanos; en la Tate hice una toma de contacto centrándome en el aspecto performativo y aquí quiero incidir más en el aspecto formal», asegura la artista.

¿Qué pasaría en un mundo ficticio en el que todo fuera un océano? «Perderíamos la perspectiva, no habría arriba ni abajo, no habría referencias». Con este punto de partida, Rosana Antolí desarrolla un mundo distópico con el símbolo de la medusa «porque es agua dentro del agua, no tiene forma, y hago un paralelismo en cuestión de género, además de lo que supone estar siempre en continuo movimiento».

Reúne escultura, dibujo, pintura, vídeo y tres performances: una coincidiendo con la semana de ARCO, feria a la que Antolí vuelve este año; otra en abril y la tercera en la clausura. «Casi todas van a ser obras nuevas; presento un vídeo en el que se habla del manifiesto de la medusa, como una filosofía futurista, y luego esculturas y pinturas donde yo imagino cómo sería ese futuro acuático».

Para la artista alcoyana, «es una alegría, una motivación; a mí me gusta ver que te apoyan y tu responderles con una buena exposición». Además, «es una ocasión para presentar todas las investigaciones que has hecho fuera y que no has podido mostrar en conjunto, solo algunas piezas sueltas en muestras colectivas, y además me han dado total libertad para crear como yo quiera, así que es un auténtico placer».

También en Granada

Mientras ultima los detalles de Una edad de oro para el Palacio Cibeles, Rosana Antolí inauguró ayer en en Centro Federico García Lorca de Granada Pavimento infinito. Mapa. Sala. Arpa. Alba, una colectiva, comisariada por Francisco Ramallo, en la que expone junto a Isabel de Naverán y Julia Spínola.

«Nos han invitado a interpretar una obra de Lorca y a mí me dieron El público, que nunca había leído y me ha obsesionado porque es una obra enigmática, que habla del deseo, de la sexualidad, con una narrativa muy loca, muy surrealista». En esta exposición presenta un dibujo, dos vídeos, una escultura, una performance y cinco pinturas, dos hechas expresamente para la ocasión, Pámpanos y Cascabeles, en relación a dos personajes de El público.