Con un juego de palabras entre la vida y la muerte, entre la energía y la quietud, la compañía de danza ilicitana OtraDanza presenta su nuevo espectáculo, Vigor Mortis, una coreografía contemporánea que plantea el aliento que dejamos a nuestro paso, tanto en la vida como tras la muerte, adentrándose en lo desconocido.

El espectáculo, dirigido por Asun Noales, cuenta con el actor y director Rulo Pardo (de la compañía seXpeare) en la dirección escénica, que aporta la dramaturgia a un montaje que se estrena en el Teatro Circo de Murcia el próximo 23 de enero, pero mañana a las 20 horas celebra un preestreno solidario (parte de la recaudación se destina a la Asociación Española contra el Cáncer) en el Auditorio de La Nucía.

Vigor Mortis cuenta con tres personajes: la pareja formada por los bailarines Noales y Carlos Fernández y la casa que habitan, una minimalista estructura integrada en el espectáculo con la escenografía diseñada por Luis Crespo.

«Es una especie de despedida antes de marcharnos, una metáfora de la muerte, de la última partida. Hablamos de desahucios, de lo que ocurre cuando te haces mayor y lo nuevo arrasa con lo anterior sin valorar la experiencia», explica la bailarina y coreógrafa, que se pregunta «qué esencia dejamos en los lugares que habitamos, qué queda de nosotros, lo que no se ve, cuando nos vamos».

Desde la danza más contemporánea, Noales se mueve siempre desde la vertiente «más poética y abstracta, me alejo de la narrativa», pero en este caso «hemos sumado una parte más con la gestualidad que aporta Rulo Pardo y con los elementos de la escenografía. Hay mucha danza, mucho cuerpo y mucha interpretación».

En su primera incursión en esta disciplina, Pardo apunta que ha intentado «introducir la teatralidad» en este proyecto de danza, «algo que me ha costado bastante, porque el teatro es muy concreto y la danza contemporánea es muy abstracta» pero añade que en ese choque de trenes «hemos tenido que encontrarnos y ha quedado una pieza híbrida bastante inquietante sobre la historia de una pareja que deja de estar cómoda, de dos energías que empiezan a dejar de bailar juntos y dejan de moverse, que se apoyan en el hogar y ese hogar acaba aprisionándoles y echándoles de allí».

Noales agrega que el proceso ha sido «muy conflictivo y muy divertido», del que ha resultado «un viaje inquietante y sugerente que juega con el ritmo, los sonidos y la puesta en escena». Para ello, se acompaña de un habitual en su equipo, el alicantino Juanjo Llorens, ganador de tres premios MAX, la música de Telemann Rec y, por supuesto, su compañero de baile Carlos Fernández. Se conocen desde hace 25 años, llevaban una década sin verse «y este ha sido el momento ideal», apunta.