Discípula de Joan Fuster, trabajadora incansable, la escritora Isabel-Clara Simó, que ha fallecido este lunes a los 76 años, fue hasta el final una mujer comprometida con la lengua y la cultura catalanas, aunque, cuando recibió el Premio de Honor en 2017, admitió que no siempre se sintió querida.

Cuando a mediados de 2019 trascendió que estaba gravemente enferma, la autora de "Júlia" aseveró en una entrevista televisiva que había decidido "plantarle" cara a la dolencia e incluso destacó que tenía varias obras en marcha, desde una novela a un libro de relatos.

Nacida en Alcoy (Alicante) el 4 de abril de 1943, la novelista, con unas 58 obras en su haber, llevaba más de cinco décadas residiendo en Cataluña, después de que se licenciara en Filosofía por la Universidad de Valencia, ejerciera como profesora en Bunyol (Valencia) y luego obtuviera una plaza en el Instituto de bachillerato Ramon Muntaner de Figueres (Girona).

Allí conoció a quien fuera su marido desde 1968, el periodista Xavier Dalfó, que murió en 2016, y que había fundado la revista Canigó, donde en pleno franquismo ella le alentó para que publicara artículos en catalán, lo que comportó que la publicación fuera expedientada y que incluso hubiera detenciones y juicios por ello.

Madre de tres hijos, uno de los cuales, Xavier, falleció en accidente de tráfico, en lo que calificó como el trance "más doloroso" de su vida, Isabel-Clara Simó obtuvo su primer reconocimiento literario en 1978 cuando ganó el premio Víctor Català por su primer libro "És quan miro que hi veig clar".

Después de aquello, tuvo una prolongada carrera en el ámbito de las letras, con títulos que abarcan todos los géneros, desde novela y narrativa breve, a narrativa juvenil, teatro, poesía, guiones radiofónicos y televisivos, artículos en prensa, ensayo o memoralística.

Algunos de ellos le hicieron merecedora de premios como el Crítica Serra d'Or por "Alcoi-Nova York" (1985); el Sant Jordi por "La salvatge" (1993); el Premio Valencia de Literatura por "La innocent" (1995); el premio de la Crítica de los Escritores Valencianos por "El professor de música" (1998); el Premio Octubre-Andròmina de narrativa por "Hum...Rita! L'home que ensumava dones" (2001) o el Joanot Martorell por "Amor meva" (2010).

Instalada en Barcelona desde el año 1973, fue delegada del Libro del departamento de Cultura de la Generalitat, profesora de la Universidad Pompeu Fabra y vicepresidenta de la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana.

En diciembre del año 2017 recibió el 49 Premio de Honor de las Letras Catalanas, instituido por Òmnium Cultural, por una "obra ingente", traducida a una decena de idiomas, además por su lucha durante años en favor de "la libertad, las mujeres o la infancia".

Sin embargo, antes de recibirlo afirmó que no siempre se había sentido querida como ese día porque, según dijo: "Para mucha gente del país he dado la imagen de que, por ser mujer y mayor, escribo para 'tietes', que escribo historias de amor, lo que no he hecho en la vida (...). Me he sentido rechazada en muchas ocasiones y, sin embargo, no he parado de escribir. No me he sentido querida a menudo, ahora sí. Esto es un acto de amor completo".

Durante años fue una de las figuras más populares de la literatura catalana y tampoco fue ajena a la política -formalizó su adhesión a Solidaritat Catalana per la Independència- considerándose una "independentista de los Països Catalans", dejando claro que no era "antiespañola", ni "odiaba" a España.

Fue decana de la Institució de les Lletres Catalanes entre los años 2016 y 2019, y había destacado que uno de los reconocimientos que más la habían emocionado es el nombramiento en 2013 como hija predilecta de su ciudad natal y merecedora de su medalla de oro