Alicante culturalmente, sobre todo en artes plásticas, está prácticamente desaparecida. Se producen, sin duda, hechos puntuales de interés pero que no indican una trayectoria a destacar, ni proyecto cultural coherente. En gestión cultural, somos la número 42 entre las provincias de España, estamos en los últimos puestos, aunque tenemos el cuarto PIB. Qué es lo que pasa. Habría que pensar en esto. Se puede estar peor, pero es difícil. Y los actos que los políticos están realizando en cultura no dan mucha opción a la esperanza.

Se cree erróneamente que la cultura no tiene otra función que servir a una élite culta. Pero esto, por supuesto, es una idea retrógrada que evita, tan solo, que la sociedad en su conjunto progrese, se forme no solo en la estética, también en el conocimiento del arte que es una visión directa, aunque compleja, del saber humano y de su realidad.

Si comparamos la cultura de hoy con la de los años setenta, por ejemplo, nos daremos cuenta hasta qué punto se han perdido elementos claves para el desarrollo de esta. La cultura no interesa a nuestros políticos ¿por qué?

El haber llegado hasta aquí tiene su historia aunque esta puede cambiar de rumbo, sin duda, con la voluntad de apostar por una sociedad más formada y culta. Y en esta apuesta es importante la excelencia en la elección de los cargos de la gestión cultural. Hasta el momento de esta legislatura, no se conoce todavía, cuál va a ser el criterio de selección de estos gestores, tanto directores como responsables de cada sección o centro cultural, es decir, un equipo en el que se valoren las aptitudes y recursos a partir de un proyecto unificado.

Los gestores de la cultura de Alicante, léase, del Gil-Albert, Mubag, Las Cigarreras, MACA, Lonja, MUA, han sido personas seleccionadas por el político de turno. Y aunque evidentemente han realizado eventos, con determinadas líneas de actuación, no cabe duda que se les pone ahí para eso, han seguido unas maneras de hacer que se han manifestado, al cabo de los años, ciertamente insuficientes, de ahí nuestra nefasta evaluación a nivel nacional. A pesar de la voluntad puesta y de las buenas intenciones, la continuidad de estas personas a cargo de estas instituciones ha provocado, lamentablemente, la casi invisibilidad de estos centros, que deberían ser el verdadero motor de la cultura de Alicante. Siendo la ciudadanía la única perjudicada, privada de una formación y de unas oportunidades básicas para el progreso y para la imagen que atraiga innovación y recursos a la provincia y ciudad.

Ha llegado el momento de dar visibilidad a la cultura, y nos dirigimos a los responsables políticos, para cambiar esta realidad. Somos conscientes de que cuesta mucho realizar cambios, sobre todo, cuando se han consolidado unas dinámicas que no han conseguido desarrollar una gestión que trascienda. Para evitar estos males que nos mantienen en un perfil tan bajo, se debe plantear, mediante un concurso público, la elección de proyectos, para cada centro, a cuatro años vista, mínimo una legislatura, en el que se proponga una actuación determinada acorde a un presupuesto, y que sobre todo concrete unas metas u objetivos que hagan de nuestra cultura algo a tener en cuenta.

Esto conlleva evidentemente que tal proyecto especifique tanto los medios como las estrategias, la programación, las relaciones etc. Delimitando claramente sus intenciones, así podrán ser contrastados al final de su etapa. Teniendo como principal cometido el que la cultura no sea algo ajeno a la ciudadanía sino todo lo contrario, que sea un motor de su educación, involucrando a los diferentes sectores, y ejerciendo una influencia decisiva en el conocimiento de las artes en esta ciudad y provincia. De otra manera permaneceremos en esta inercia de pasividad y retroceso generacional.

(*) Eduardo Lastres es artista plástico y gestor cultural.