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Pasión Vega: «Me he vaciado para que pintaran encima de mí»

«Después de celebrar los 25 años en la música con 40 quilates, ahora me toca arriesgar, sumar», asegura la artista

Pasión Vega (Madrid, 1976) durante la presentación de su último disco. Fernando Alvarado

¿Tenía ganas de mirar de frente a Latinoamérica?

Sí. Este es un disco valiente, arriesgado. Hace tiempo que quería defender la música que se está haciendo ahora al otro lado del Atlántico, que es diversa y muy interesante, pasándola, claro, por mi filtro, por mi voz, y llevándola al Sur.

Normalmente es la artista a la que le llegan maquetas con canciones. Pero esta vez ha sido usted quien se lanzó a buscar productor en Google, ¿no?

Tal cual. No sabía por dónde tirar. Así que tecleé músicos interesantes en Latinoamérica.

Y llegó hasta el venezolano Gustavo Guerrero.

Y me apareció él (risas). No es un hombre muy dado a las entrevistas y a aparecer en redes, pero ahí estaba. Él hizo un proyecto en Madrid con Nacho Mastretta. Le conté mi idea y aquí está el resultado, donde canto danzonete, bachata, tango, sangueo, bossa, ranchera, bolero...

Lo grabó en septiembre en un estudio de México, el Desierto Casa Estudio que de desierto no tiene nada.

Qué va. Desde los ventanales se toca la naturaleza, la selva con sus enredaderas. Hasta hay colibríes volando por allí. Es una casa de madera con el suelo que te pega a la tierra. Un sitio muy especial. Con mucha energía.

Y tuvo a los músicos pasando por allí, ensayando y tocando.

Eso es muy importante y a veces no se cuida lo suficiente. Para un proceso creativo como este era básico estar todos juntos y a gusto. Y conectar conmigo misma, con la tierra y ese repertorio.

¿Es exagerado decir que ha tenido que estudiar mucho?

He tenido que vaciarme, me he quedado en blanco para que pintaran encima de mí. Tenía que abordar unos ritmos que no he cantando nunca, así que he tenido que dejarme llevar por músicos que saben mucho más que yo, que me han marcado el camino y me han dicho por aquí sí o esto mejor no. He escuchado muchas grabaciones: peteneras, malagueñas...

Yo no sabía ni que existiera la malagueña venezolana.

Existe, existe. Se quedó. Esas melodías que llegaron allí han seguido a lo largo de los siglos y en mi Málaga, de la que estoy tan orgullosa, se cantan de otra manera, pero armónicamente son muy parecidas. Aquí hay un cuatro venezolano que te da la introducción.

Hábleme de los autores.

Hay gente de allá y de acá y muchos muy jóvenes, como Silvana Estrada o Laura Itandehui. Está también Mariana Carrizo, una coplera de Salta que me ha regalado una petenera mexicana junto con Eloy Zúñiga. Está Esteban Copete, Jorge Drexler... Son historias cotidianas, alguna leyenda, la melancolía de la tierra, la idea de renovación, de volver a empezar...

¿Pasión Vega también está en esa fase ahora?

Todo lo que tengo, que es el sencillo, lo escribió Jorge Marazu, y salió de una conversación telefónica en la que hablamos largo y tendido de esta idea que me rondaba. Después de celebrar los 25 años en la música con 40 quilates, yo le decía que ahora me tocaba arriesgar, sumar, aprender.

Y fuera del escenario, Anita no es amiga de exponer su vida.

Es que soy muy tímida (risas). Estar sobreexpuesta no va conmigo, me asusta, me da miedo. Prefiero que me vean cantar a caer simpática o no.

Su hija, Alma, ¿qué dice de la mamá artista?

Tiene 5 años y le gusta venir a los conciertos. Aplaude mucho. La llevo también a ver a otros compañeros al teatro y se queda mirando fija. Es muy sensible y lo capta todo. Es fan (risas).

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