Marc Vigil lleva 20 años encadenando éxitos con sus series de televisión; de 7 vidas o Aída a El Ministerio del Tiempo y Malaka, el asturiano ha reunido ganas y sabiduría suficiente para encarar su primer largometraje, El silencio del pantano, un thriller que, asegura, podría ser una metáfora de la España de hoy.

Basada en la novela homónima del periodista valenciano Juanjo Braulio, El silencio del pantano es un doble relato que se cuenta en paralelo: por un lado, la desaparición de un exconseller de la Generalitat, un corrupto que blanquea y protege al clan de narcos locales, y, por otro, el libro que escribe Q, un psicópata justiciero con un solo punto débil: su hermano.

Vigil empieza su película informando al espectador de que València está fundada sobre un pantano, terreno resbaladizo y de aguas estancadas que funciona para él como un espejo de la vida que llevamos: tan bella por fuera como el paisaje dorado de la Albufera y tan turbia por dentro como el subsuelo viscoso sobre el que se edificó la ciudad.

«Estamos muy indignados oyendo las noticias sobre la corrupción y las mentiras, pero en el fondo, muy pocas veces nos miramos al espejo y ese mal creo que está en todos los ámbitos. Es muy fácil criticar, pero estaría mejor hacer una reflexión. Eso es lo que pasa en la peli, que te das cuenta de que todos son malos».

De ahí esa imposibilidad de empatizar con ningún personaje; si acaso, dice el director, con «el más bestia de todos, pero que, al final, es la víctima de lo que le rodea». Habla de Falconetti (Nacho Fresneda), un macarra sin escrúpulos con la cara atravesada por una cicatriz que sólo se achanta ante la jefa, La Puri, una gitana que, desde su cocina, maneja los bajos fondos de la ciudad.Un personaje inspirado en La Paca, la mayor narcotraficante al menudeo de España que pasó años en la cárcel de Mallorca, un papel que borda Carmina Barrios.

La película se estrena el día 1.