Los emoticonos y emojis (y todas sus evoluciones: bitmojis, memojis, animojis?) forman parte ya de nuestra comunicación diaria y conquistan día a día nuevos espacios más allá de las conversaciones privadas en chats y aplicaciones de mensajería en los que comenzó su uso, señaló ayer la Fundéu BBVA en un comunicado.

Su innegable impacto en nuestra vida cotidiana, sus interesantes relaciones con el resto de los elementos que conforman la comunicación (palabras, frases, signos de puntuación?) y las perspectivas que se abren de cara al futuro han llevado a la Fundéu a ceder a los emoticonos y a los emojis la distinción de palabra del año -imponiéndose a otras favoritas como DANA, el acrónimo asociado a la gota fría, y por desgracia vinculado en los últimos meses a los terribles acontecimientos que se vivieron en la Vega Baja-.

La aparición en los años noventa de los emoticonos „pequeños dibujos creados con signos ortográficos que a menudo se leían inclinando la cabeza :-)„ y su evolución ya en el siglo XXI hacia los emojis (pequeñas figuras dibujadas con valor simbólico) han supuesto un cambio evidente en el modo de comunicarnos.

«No se trata, por supuesto, de que los emoticonos y los emojis vengan a robarnos palabras o a pervertir nuestra lengua, que ha mostrado durante siglos su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos y a las tecnologías de cada época. Ni de que acabemos expresándonos solo con este tipo de elementos. Creemos más bien que constituyen un elemento más que contribuye a lograr el fin último de las lenguas: la comunicación entre las personas», señaló el coordinador general de la Fundéu BBVA, Javier Lascuráin.

«En un mundo marcado por la velocidad, los emoticonos aportan agilidad y concisión. Y en un entorno en el que buena parte de lo que escribimos, sobre todo en chats y sistemas de mensajería instantánea, es comunicación oral puesta por escrito, estos elementos nos permiten añadir matices gestuales y de intención que de otro modo se perderían», añadió.

Además, muchos de ellos tienen el valor de la universalidad, el de poder ser entendidos por personas de muy diferentes culturas y lenguas. Como afirmó el presidente de la Fundéu BBVA, Mario Tascón, durante su intervención este año en el Congreso de las Academias de la Lengua en Sevilla, «puede que los emojis sean lo más cercano a un lenguaje universal que ha creado nunca la humanidad».

Desde el punto de vista de la lengua, el uso de estos pequeños elementos plantea reflexiones y retos muy interesantes que ya se empiezan a abordar en las obras académicas: cómo usarlos en textos generales, cómo interactúan con el resto de las palabras, con los signos de puntuación?

«Comunicar no es solo combinar palabras de acuerdo con unas normas gramaticales. Muchos otros elementos hacen posible que cada día nos entendamos: la entonación, los gestos o el conocimiento compartido del mundo, por citar solo unos pocos factores, son tan importantes como las mismas palabras que empleamos o las normas que rigen su concordancia. En cuántas de nuestras conversaciones un movimiento, un guiño o el propio tono de nuestra voz dan a entender una ironía, una broma, un sentido oculto... Y no todas las lenguas, además, se basan en combinaciones de palabras tal y como las conocemos en español», agregan fuentes de Fundéu, una institución sin ánimo de lucro cuyo objetivo es promover el buen uso del español, en especial en los medios de comunicación.

La elección de su palabra del año, que llega en este 2019 a su séptima edición, es el fruto de los debates de sus integrantes, filólogos y periodistas, tras un año de trabajo con el lenguaje más relacionado con la actualidad informativa.