El género, la identidad y la orientación sexual no vienen determinados por la biología humana: son construcciones sociales. Sobre esta argumentación se sustenta la teoría queer, que ha dado lugar a debates, ensayos y movimientos sociales desde hace tres décadas, pero adolecía de cierta visibilidad en la literatura.

Quince autores españoles nacidos entre 1978 y 2000 conforman la primera antología de literatura LGTBI+. Una fotografía generacional que la editorial Dos Bigotes reúne en el libro Asalto a Oz. Antología de relatos de la nueva narrativa queer, publicado esta semana, con prólogo del periodista Rubén Serrano (Monóvar, 1992), impulsor del movimiento #MeQueer en España y de la campaña #LeyLGTBIya. «Todo lo que nos atraviesa está aquí», afirma, porque «tenemos la necesidad de leernos, de encontrarnos y de identificarnos. Este libro es un espacio para todo eso».

La medicalización del cuerpo, los genitales y el género, el cambio de sexo, la violencia del entorno, los silencios ante el temor a salir del armario, la maternidad, ser marica en un pueblo, el mundo del chemsex, las prácticas sexuales no convencionales, las drogas, la inimgración, el clasimo... todo está en Asalto a Oz, una voz colectiva que refleja «qué nos preocupa» y de qué se está hablando actualmente sobre personas lgtbiq+.

Historias capadas

«Cuando somos adolescentes deseamos encontrarnos en los libros», dice Rubén Serrano. «Estamos a la caza de historias que plasmen las preguntas que se hace nuestra cabeza, -agrega en su introdución-las dudas que sentimos por no ser el chico o la chica que esperaban nuestros padres, profesores, compañeros de clase y los sentimientos que era mejor no pronunciar por temor a recibir insultos». Cuando Serrano daba con esas narraciones las guardaba como una reliquia. «Era la única forma de saber que no estábamos solos y solas».

La historia de personas que se salen de la heterosexualidad «siempre ha estado muy capada, muy oculta», explica Serrano que, en su prólogo V idas que ya no se callan, recuerda a los autores que esquivaron la censura franquista, escribieron entre líneas o abordaron con más claridad descripciones de amor homosexual, desde Terenci y Ana Maria Moix, Vicente Molina Foix, Monteserrat Roig, Carme Riera o Esther Tusquets hasta Medicutti o Álvaro Pombo, entre otros

«Somos literatura»

No es el caso de Asalto a Oz. Aquí hay textos muy explícitos, sin medias tintas ni sutilezas. «En cierta forma este libro es un golpe en la mesa. Follamos y rabiamos, sentimos y nos abrazamos y no pasa nada, y no es un tabú, y estamos aquí, existimos. Y todos nosotros también somos literarura y nos escribimos. Es también un encuentro, aquí estamos, todos juntos y es maravilloso, ven y léete, porque nos hacen falta esos referentes y esas voces actuales», subraya, convencido de que la ficción es más útil que un discurso en forma de ensayo para llegar a las conciencias. «Nos sirve (la ficción) para explicar cualquier tipo de realidad, para conectar con un público más amplio, que se acerca con más amabilidad y simpatía a un relato, que a un ensayo académico. Puede hacernos un clic que quizá un texto más denso no acercaría tantos puentes».

Serrano no teme que la etiqutación de estos relatos como literatura LGTBIQ retraiga a un lector novel en estos temas, al tiempo que se pregunta quién pone esa etiqueta. «La literatura con mayúsculas es heterosexual. Ahí está la batalla. Y el hecho de que cada vez estas historias estén ocupando más las novelas de gran tirada significa que ya no somos una sombra. Es un pequeño avance que da luz».

Se refiere el monovero al silencio que hasta hace unos años mantenían las grandes editoriales sobre crónicas trans, lésbicas u homosexuales, cada vez más diluido en el tiempo. «No sé si se ha roto el tabú o el cliché, pero ahora puedes ver una historia de dos hombres gays llevándose el Planeta ( Todo esto te daré, de Dolores Redondo, 2016) o que una novela con una protagonista lesbiana sea la más leída en Cataluña el año pasado ( Permagel, de Eva Baltasar).

Por Asalto a Oz desfilan autores como el popular Lluís Mosquera (autor de la obra de teatro Capullos que vuelan y coautor de la canción Lo malo), que firma el relato El niño que miraba el coño a las Barbies, el «retrato más diverso y coral de lo que somos», según Serrano, o Vicente Monroy, que sumerge a su protagonista en la «triple precariedad, laboral, económica y vital» en Noche de estreno. Al igual que Monroy, Sara Torres, Pablo Herrán de Viu y y Miguel Rual exploran el deseo lesbiano y gay en una pareja sólida, en sus rutinas o en una pareja ya consumida. Alana Portero, Elizabeth Duval y Darío Gómez de Barreda son «imprescindibles» para entender la realidad diaria de las personas trans y la lucha por sus derechos.