La Galería Aural de Alicante cumple la mayoría de edad. Dieciocho años desde que abrió sus puertas en la ciudad y diez desde que se mudó a la calle Labradores. Cerca de dos décadas en las que el camino no ha sido fácil. Tanto es así que se ha convertido en todo un ejemplo de resistencia, en un entorno difícil y poco amigable para el arte contemporáneo como única galería que aguanta inasequible al desaliento.

Una prueba más de ello es que desde el pasado día 14 Aural ya tiene una sede en Madrid. Un salto que Begoña M. Deltell llevaba planeando ya desde hace tiempo. La oportunidad se presentó en julio, con un local en el área de Chueca, donde se ubican otras galerías como Juana de Aizpiru o La Caja Negra. «Aquí me siento arropada», afirma la galerista.

«Entramos de lleno, sin pensarlo y con mucha ilusión porque no se trataba solo de venir a Madrid sino que es una respuesta a una problemática que viene de largo, de falta de mercado, de falta de visitas, de falta de usuarios, de falta de apoyos institucionales y privados», apunta en referencia a la situación en Alicante, «aunque es igual para muchas galerías y espacios culturales de la periferia».

De alguna manera, «tenemos que emigrar a la capital», aunque Aural seguirá su funcionamiento normal en Alicante, «porque me parece esencial mantener la galería madre». Deltell considera fundamental dar ese paso a Madrid, «no solo por la falta de contexto cultural y artístico en Alicante, que viene ya de muchos años, sino porque la mayoría de los artistas con los que trabajamos no tienen galería que les represente en Madrid y para ellos es fundamental tener visibilidad allí».

Además, en la capital está el centro logístico «de distribución de arte» y «queremos que sea el punto de enlace con Alicante para darle visibilidad», algo que le convierte «en embajadora de Alicante en Madrid a nivel artístico».

Este paso, que asume Begoña M. Deltell como un reto, le permitirá abrirse a otro tipo de proyectos, exposiciones y programaciones «que complementen de alguna manera lo que estamos haciendo en Alicante; no significa ni repetir ni duplicar ni trasladar una exposición de un sitio a otro, sino complementar y generar una idea de extensión de los proyectos».

Ahora, destaca, «me siento muy sola en Alicante y muy poco apoyada, no solo a nivel institucional sino también por los propios artistas y los críticos; el esfuerzo que tenemos que hacer es enorme y me va a seguir costando, pero no quiero cerrar Alicante. Aural nace de la necesidad de crear un hábitat de arte contemporáneo en la ciudad, que yo necesito personalmente, y quiero seguir ahí».

Una inauguración de lujo

Aural Madrid, de 74 metros cuadrados y tres espacios, fue un estudio de arquitectura que acogía también exposiciones y antes una librería muy conocida. Ahora es Luis Gordillo quien llena por primera vez sus paredes en esta nueva trayectoria como galería de arte. «Siempre me ha interesado trabajar sobre la idea del proceso y del archivo de los artistas como obra y, de alguna manera, el proyecto de Luis tiene ese carácter recolector de una persona que ha coleccionado imágenes y objetos a lo largo de su vida que le han servido para desarrollar su proyecto creativo».

Vida (aún) viva es el título de la muestra que el artista sevillano presenta en esta inauguración, con obra poco conocida. Una de ellas, un políptico de cuatro piezas de 1,18 por 86 cada una, «una obra muy poco vista de su trabajo». A eso se suman cuatro creaciones realizadas para la exposición, «con recortes de prensa», y una intervención que va a hacer directamente en la galería, después de haber probado el montaje en su estudio, titulada Huevos de dinosaurio.

Mirando al futuro, «estamos trabajando en una colectiva y también con otras galerías en Madrid para dar forma a proyectos conjuntos y organizar encuentros con artistas y críticos». Y, por supuesto, pensando en las ferias «que vamos a seguir yendo». Además continuará el proyecto Aural Ediciones, en este caso con el catálogo de la exposición de Gordillo, «en formato periódico».