Te defines como un autor que canta.

R Bueno, por un lado insinúa que tengo algo que ver con la figura del cantautor, en el sentido de que bajo mi nombre canto y además hay cierto compromiso, pero a la vez hay ciertos clichés con los que no estoy muy cómodo y lo digo de ota manera.

Mañana vienes a Alicante para cantar en un teatro. Hasta ahí, todo normal. Pero el público va a estar contigo en el escenario. ¿Qué aporta a un artista ese contacto?

R La verdad es que más allá de este concierto y de este fórmula en concreto me interesa mucho el formato acústico donde hay una cercanía y una horizontalidad, me interesa poder comentar las canciones, hablar de los contenidos, poder de alguna manera condicionar para bien la escucha de las canciones y que la gente participe. Y la verdad es que estoy súper a gusto en este registro, bastante más que cuando toco en grandes festivales. De igual a igual hablas más con el lenguaje del corazón.

¿No acaba una canción hasta que no consigue emocionarse?

R Es verdad que no suelto nada si no hay un mínimo de verdad detrás y a mí se me manifiesta esa verdad con la emoción. Ese es mi baremo para ver si es acertado o no.

Lleva dos décadas en la música, primero con Standstill, hasta 2015, y después en solitario. Igual 20 años no son nada pero en música son mucho.

R Todo esto es una carrera de largo recorrido. Se trata de no tener prisa, de estar siempre centrado en lo importante y las cosas van viniendo. Al final el público acaba reconociendo cuando algo es auténtico o cuando es una imitación. Eso sin darte cuenta te hace tener un viaje y te hace partir de un lugar y acabar en otro que nadie sabe cuál es.

Su primer disco fue Meridiana y ahora Diagonal. ¿Qué evolución ve entre estos dos discos?

R Ambos comparten mi interés por la música popular y tienen una estética parecida, con instrumentos acústicos, violines, acordeones, guitarra española, todo muy organizado y de música popular de toda la vida. Pero luego hay diferencias en el estilo porque el segundo lo he hecho con un espíritu más de banda. Los músicos han participado más de la creación de las canciones y el resultado es muy compacto.

¿Dirías que nuestro país pasa por un buen momento musical?

R Yo creo que la música nunca se va a detener. Hay que tener fe en eso. Me da más miedo los valores que hay asociados con la música, tanto la comercial como la alternativa. Veo una diferencia entre el hip hop y el punk original y lo que esta saliendo ahora.

¿No te parece un poco triste que muchos adolescentes crezcan con lo peor del regatoneo y el trap?

R Musicalmente me puede parecer válido, pero la verdad es que sí es triste. Y en cierto sentido hay cierta regresión en la sociedad. Pero también pienso que cuando vamos hacia atrás y se cuestionan cosas que parecían incuestionables es posible que se esté preparando un nuevo asalto porque realmente es insostenible.

Tu disco toma el título de la principal vía de Barcelona, tu ciudad. ¿Duele?

R Sí, claro. Ahora no vivo en Barcelona, pero es mi casa. Es muy doloroso ver cómo desde hace tiempo esto va hacia el abismo. No hay ningún interés real por arreglar las cosas y no hablo de la gente sino de quien realmente puede hacerlo. Me asusta mucho y son cosas de difícil marcha atrás.

Resurge la ultraderecha, nos cargamos el planeta, la violencia de género masacra a las mujeres, el Mediterráneo se traga vidas... ¿La música sigue siendo un frente de resistencia?

R Yo creo que sin duda. Siempre ha cumplido una función muy importante en la sociedad para aflorar problemáticas que de otra manera no se pueden compartir. Se habla de cosas muy complejas y muy profundas de una forma muy sencilla. La música tiene una capacidad especial para llegar a todo el mundo.