Fue requerido en Madrid alrededor de 1660 para realizar las esculturas de Juan José de Austria y su esposa para la fachada del Palacio Real, además de los bustos de Felipe IV y la reina Mariana. De ahí pasó a València en 1662 y a finales de siglo aterrizó en Alicante para apadrinar a la hija del pintor Juan Conchillos, autor de las pinturas del camarín de la Santa Faz. Así llegó a la ahora provincia Nicolás de Bussi (1640-1706), artista nacido en Estrasburgo, «posiblemente el mejor escultor del último tercio del siglo XVII en Europa».

Así lo define el doctor en Historia del Arte y profesor de la Universidad de Alicante Alejandro Cañestro que ha relacionado su figura con la portada trasera del Ayuntamiento de Alicante después de una investigación comparativa con otras de sus obras, tanto de la provincia como de otras ciudades.

La fachada trasera del consistorio, aunque es en la que menos se repara, fue la primera en construirse, tras el bombardeo de los franceses en 1691. «A mediados de 1699 se iniciaron las obras de construcción del nuevo edificio y la parte más antigua en la fachada posterior, la que da a la plaza de la Santísima Faz, porque se empezó a edificar por la calle Mayor».

Cañestro, que también determinó la autoría de la Concatedral de San Nicolás el pasado año, asegura que cuando se enfrentó a la ornamentación de la portada trasera del Ayuntamiento, lo relacionó con otras de sus obras realizadas en la basílica de Santa María de Elche (1680), el paso de la Diablesa de Orihuela (1694) o el Cristo de la Sangre de Murcia (1693), además de esculturas que se pueden ver en Estrasburgo, Amberes o París.

Similitudes

«Fijándonos bien sobre todo en los tipos humanos que hay en la pequeña portada del Ayuntamiento de Alicante, se aprecia una gran similitud entre las figuras de ángeles sosteniendo entablamentos y otras hechas por Nicolás de Bussi, caso de las que se encuentran en la portada de la iglesia ilicitana de santa María o en madera, como los angelitos del paso de la Diablesa o los del Cristo de la Sangre», afrimó.

«En las figuras se percibe perfectamente la adiposidad de esos cuerpos rechonchos. El acabado del cabello es idéntico al de los otros angelitos de Bussi y en la disposición de sus extremidades resultan cercanos a los de Elche o a los de Orihuela. Lamentablemente, obra en piedra de Bussi apenas ha llegado a la actualidad, por lo que la comparativa debe hacerse forzosamente con la obra en madera».

Para este investigador, «también los repertorios arquitectónicos y decorativos están en la misma línea, especialmente el uso de frutas como peras, manzanas o higos, típicos de la zona alicantina, como asimismo se ven en el camarín de la Santa Faz y en otras obras coetáneas como el retablo de San Nicolás de la concatedral alicantina. Incluso las formas vegetales sobre las que están los ángeles laterales siguen modelos que Bussi instaura», ya que además de alta calidad técnica aportaba «un tratamiento innovador a los temas».

Por fecha, además, encaja en los momentos en que Bussi estuvo en Alicante (finales del siglo XVII o inicios del XVIII), lo que le hace pensar que «esa portada es de este escultor, el diseño no la ejecución, porque lo que sí está documentado es que se encarga a unos maestros canteros que trabajaron con un diseño previo que no se ha conservado y que yo atribuyo a este escultor».

Para el profesor Alejandro Cañestro, la autoría de Nicolás de Bussi de esta portada «viene a unir de nuevo Alicante con los mejores artistas de cada época, lo que reivindica la posición que ocupa esta ciudad en el panorama de la Historia del Arte, que es muy importante».