Los relojes vuelven esta noche a retrasarse en España (a las 03:00 volverán a marcar las 02:00) para recuperar el horario de invierno y lo hacen además sin que exista ninguna evidencia o informe actualizado que avale que estos cambios suponen de verdad un ahorro energético.

Los cambios dividen además a la sociedad, que mayoritariamente prefiere el de verano, a los gobiernos europeos -la Comisión ha retrasado hasta 2021 la posible anulación de los cambios horarios ante la falta de consenso- y a los científicos que han analizado las ventajas e inconvenientes de cada horario y el impacto sobre la salud, la economía y los hábitos de vida de los ciudadanos. España no ha tomado una decisión, pero según el Centro de Investigaciones Sociológicas el 65 por ciento de los ciudadanos prefiere el horario de verano.

Algunos investigadores advierten de que optar por uno u otro horario de forma definitiva «no es nada trivial», inciden en la importancia para España de mantener el mismo que los principales socios económicos y comerciales -como Francia o Alemania- y se inclinan por el de invierno como mejor opción para la mayoría de los españoles.

El hecho es que el domingo los relojes deben retrasarse una hora, pero los científicos creen que este cambio es menos lesivo para la salud que el de marzo, ya que los españoles son más matutinos que vespertinos y no tienen en general problemas para adaptarse. Amaneciendo una hora antes el cuerpo está incluso en mejores condiciones para ir al trabajo a primera hora de la mañana, según Dolores Corella, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de València, quien explica que la luminosidad inhibe la secreción de la melatonina, la hormona que estimula el sueño.

Los niños, los más sensibles

Los más sensibles a las alteraciones son los niños, ya que esos cambios de luminosidad y de horarios puede afectar a sus conductas y tener un impacto a nivel fisiológico, según Corella, también consejera de la Fundación Gadea Ciencia. De hecho, cada vez se concede más importancia a la «cronobiología» (los ritmos biológicos de los seres vivos) y cómo afecta a la salud, y está ya comprobado que las personas que trabajan de noche y las que cambian con frecuencia de horario sufren más riesgos de diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares o alteraciones psicológicas como la depresión, informa la Fundación Gadea.

Los informes europeos, recuerda el Ministerio para la Transición Ecológica, revelan que los ahorros que se pueden producir en el consumo de energía son marginales y que no hay además certeza de que esos ahorros se obtengan en todos los estados miembros.

Señalan también que se podría registrar un ahorro en iluminación, pero no en calefacción, y que en cualquier caso todos los resultados estarían determinados por factores como la meteorología y geografía de cada lugar y el comportamiento de los usuarios. En España no existen informes actualizados que permitan asegurar que el cambio de hora lleve asociado un ahorro energético, según este Ministerio, que señala que las nuevas exigencias de eficiencia en iluminación, los modernos sistemas de climatización, o la progresiva introducción del autoconsumo alteran «significativamente» los análisis que se utilizaban hace años para calcular esos datos.

Sara de la Rica, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco y directora de la Fundación ISEAK, indica que la idea de suprimir el cambio de hora responde más a una demanda de los hogares para contar con un solo horario durante los doce meses. La catedrática explica que los países del centro y el norte de Europa prefieren el horario de verano «y realmente podría ser beneficioso para la economía», pero cuestiona que ese horario sea igualmente favorable en todas las regiones españolas por igual, informa la citada Fundación.

En todas las latitudes españolas las horas de luz son más o menos las mismas (unas 10 en invierno y 14 en verano) pero varían mucho las horas a las que amanece o anochece, y las diferencias llegan a ser de más de una hora entre las zonas más al este (Baleares o la Costa Brava) y las más al oeste (el litoral atlántico de Galicia) e incluso Canarias.

Claves para el turismo

Los cambios serían además determinantes en el turismo y esta economista apunta que cuanto más tarde anochece más gastan los turistas, más vida social y mejor repercusión sobre el comercio. Pero ese ritmo del turista contrasta con las necesarias horas de sueño y descanso de los trabajadores, por lo que sería necesario también equilibrar los intereses y las necesidades de las dos partes, algo que según Vicente Salas, catedrático de Organización de Empresas en Zaragoza, «no es una tarea fácil».

Pablo de Gracia Soriano: «La luz del Sol nos domina por mucho que cambiemos los relojes»

Sociólogo colaborador honorífico de la Universidad de Alicante

A caballo entre Alicante y Madrid con una beca de formación, este investigador prepara una tesis sobre las vivencias del tiempo con el cambio de horarios como tema derivado.

P El tiempo como tesis, ¿qué investiga en concreto?

R Intento analizar cómo vivimos el tiempo como concepto amplio porque sabemos que estamos limitados en distintos momentos de nuestras vidas. En la juventud vivimos más deprisa, parece que no haya un final, y cuando te das cuenta de que acaba modificamos nuestra vida. Además del sistema acelerado y competitivo que se te exige como individuo en cuanto suena el despertador.

P Que a partir de ahora sonará una hora después, y hasta la próxima. ¿En qué medida influye el cambio de hora en el tiempo que vivimos?

R No he trabajado las consecuencias a nivel científico, pero evidentemente la alteración del sueño es la primera con todos sus derivados por la falta o exceso. Altera los biorritmos los primeros días y hacen falta unos días de adaptación. Entre la gente mayor los cambios tampoco gustan, aunque la vida sea un cambio constante.

P ¿A qué achaca usted que se modifique el horario?

R Está muy vinculado con la economía y la política. Los intereses van por ahí. La encuesta europea del año pasado sobre el cambio de hora con una participación de casi 5 millones de personas, más de 9.000 de España, reflejó que el 80% quería un horario único. Llama la atención que eligen el horario de verano pero si se traslada al invierno el horario es más corto. Con un horario único, por mucho que queramos, en la zona de Levante saldrían los primeros rayos de sol y hasta el mediodía no sería de día en Galicia. Las consecuencias serían el aprovechamiento al máximo por la distribución de las horas de sol, y beneficiaría a los que trabajan por la mañana.

P ¿Dónde reside el negocio?

R La gente no quiere andar cambiando la hora y a los mercados les interesa un horario en común ante un mercado único, porque sincronizas toda la actividad, pero... ¿cuál pones? ¿El de Londres o el de Rusia? Le llaman debate de la racionalización pero el cambio de hora es pura convención. Detrás está la idea de que con el horario de verano tendrás más día, pero no es así porque en invierno estamos mas alejados del sol y el día es mas corto.

P ¿Puro engaño quiere decir?

R Dependemos de la naturaleza, somos seres económicos que utilizamos recursos de la naturaleza. Desde que se inventa la luz se generan otros ritmos de vida y es en la era moderna cuando se genera el debate de los horarios. Pero la luz solar no depende de nosotros y no la podemos dominar, aunque sigamos intentando regularnos con los horarios.