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Crónica de una movida sin suerte

El periodista José María Esteban recopila tres décadas de efervescencia musical en la ciudad de Alicante en Gracias por estar aquí

El periodista José María Esteban.

Años 80. Cárcel de Fontcalent. Actuación del grupo de heavy metal Acero. Su cantante, Alfonso Peña, sube al escenario y saluda a su público con un «Buenas tardes, gracias por estar aquí» y los presos lo celebran a carcajadas. La anécdota, que recorrió España de boca a oreja entre risotadas en camerinos y discográficas, da título al libro que el periodista musical José María Esteban (Melilla, 1952) acaba de publicar de la mano del Instituto de Cultura Gil-Albert y Aguas de Alicante: Gracias por estar aquí. Historias de la movida alicantina. El Inspector Pectol está de vuelta.

Prologado por Manolo García, con el que Esteban trabajó en los primeros años de carrera del cantante, se presentará el día 17 en Clan Cabaret, un acto que se prevé masivo ante la expectación creada en el ambiente musical alicantino desde que se supo que Esteban, que fue crítico musical de INFORMACIÓN, estaba escribiendo de nuevo. Y reescribiendo, porque el autor, poco ducho en tecnologías, llegó a extraviar hasta dos libros completos acabados. «Perdí muchos originales y cuando volvía a escribirlos siempre me contaban cosas nuevas», relata entre risas. Así que un día decidió poner punto final a un relato que parecía infinito y se le aparecieron unos editores que tenían muy claro que ese material había que publicarlo y ya.

Crónica de una movida sin suerte

Crónica de una movida sin suerte

Esteban niega el carácter enciclopédico de su obra, pero es tal la cantidad de información, nombres de músicos, grupos, fechas y testimonios que aporta que resulta difícil evitar ese calificativo. Gracias por estar aquí es un libro único. Nadie ha acometido hasta ahora la ingente tarea de escribir una crónica, periodística por momentos, memorialística en otros, y siempre amena, de casi 30 años de la escena musical de la ciudad de Alicante.

El grueso de la obra (215 páginas en tamaño A4 con centenares de imágenes de casi un centenar de fotógrafos) se centra en la segunda mitad de los años 70, las décadas de los 80 y 90, y llega con algunos apuntes al presente siglo, incluso hasta hace menos de un año cuando el personaje y la historia lo requiere. Arranca con un pionero de los «grupos modernos» de los 60, Gaspar Campillo (Henry Le Diable), que dio el salto a Madrid -en los 80 regresó y abrió el mítico Chez Gaspar's- y recorre todos los géneros y tendencias que tuvieron su expresión en la terreta: el rock duro, el progresivo, el garage, el punk y el after punk, el rockabilly, el pop, el jazz, el blues, el flamenco, el country, el tecno, las cantantes solistas... a través de capítulos temáticos, magnificamente titulados - los 36 solo contienen dos acertadas palabras- y casi todos ellos conectados por músicos que saltan de uno a otro, caso de Alfonso Peña, una especie de hilo conductor del relato. Esteban dedica mucho espacio a músicos de altura, imprescindibles, que dejaron huella en numerosos proyectos como Guillermo Rodríguez Soler «Willy», Yerba, Bojías, Tommy López, Héctor Volpe, José Luis Escolano «Peluso» o José Rodríguez Lillo «Gepetto»; aborda con profusión las carreras de grupos que triunfaron, rozaron el éxito o fueron fundamentales en su momento, como Mediterráneo, Costablanca, Acero, Bluenáticos, Pili Perkins, Café Grecó, Morticia y Los Decrépitos, Guaraná, pero bandas que no llegaron a grabar o duraron un suspiro también tienen su sitio en este «quién es quién» de lo que se llamó la movida alicantina. El libro contiene capítulos que cuentan hechos que hoy nos parecerían ficción, como el comprometido papel que desempeñó un grupo de magníficos locutores y periodistas de radio, pues en aquellas décadas las emisoras locales tenían programación propia de música y apoyaban a las bandas de Alicante, o la profusión de locales para conciertos. Contiene historias de perdedores, de ilusiones, de camaradería, de respeto y amistad entre músicos afiliados a tendencias supuestamente opuestas, sinceros tributos a los que ya no están; momentos históricos como cuando Mediterráneo convocó a 40.000 personas en la playa del Postiguet, el homenaje a Willy en Benidorm o cuando el colegio Maristas de la Avenida de la Estación acogió un festival punk para escándalo de muchos, y siempre regado con anécdotas, decenas, muchas vividas en persona por el autor, otras relatadas por terceros, y que también funciona como crónica cultural de una época. «Como me decía Enrique Morente, las artes no se pueden disociar», afirma este veterano periodista que admite ser un superviviente -«lo tengo clarísimo»- y que cuando se le pide un resumen de la movida alicantina responde con seis palabras: «Nivel técnico increíble y mucha mala suerte».

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