El 15 de febrero de 1979 fallecía en su casa de Madrid el compositor alicantino Rafael Rodríguez Albert a los 77 años, víctima de un colapso agudo de pulmón. Se ha cumplido, pues, este año el 40 aniversario de su muerte lo que ha servido, gracias al tesón de su única hija Beatriz, para rendirle una serie de merecidos homenajes que a la par sirviera para recuperar la memoria de este insigne músico que permanecía en un injusto olvido.

En vísperas, el 13 de febrero, el también compositor y profesor alicantino Miguel Brotons publicó en INFORMACIÓN un artículo titulado El espíritu mediterráneo de Rafael Rodríguez Albert.

Un mes después, concretamente el 12 de marzo, en la Sala Manuel de Falla de la Sociedad General de Autores de Madrid, se interpretó un concierto en su honor y recuerdo.

Luego han seguido distintos eventos que han tenido a su Alicante natal como sede y al Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert como destacado organizador. Así, recordamos el concierto homenaje que profesores y alumnos del Conservatorio Superior de Música Óscar Esplá le rindieron el 7 de mayo en la Casa Bardin donde la catedrática de Piano del mismo María Eugenia Palomares impartiría el 27 de este mismo mes la conferencia La obra para piano de Rafael Rodríguez Albert.

En igual fecha pero en la Sala Rafael Altamira de la Sede Universitaria Ciudad de Alicante, la relevante pianista alicantina afincada en León Raquel del Val daba un concierto que, bajo el título de Música española por los grandes compositores europeos, incluía una pieza de Rodríguez Albert, su Romanza sin palabras.

Ese mismo espacio había servido para que el autor de estas líneas ofreciera en la tarde del 13 de mayo la conferencia Rafael Rodríguez Albert. La visión laureada de un ciego a través de la música dentro del ciclo Otros alicantinos ilustres.

Y ahora, este viernes 13 de septiembre, llega la culminación en cuanto a homenajes, con una charla que tendré el honor de pronunciar en la Sala de Conferencias del Auditorio de la Diputación Provincial durante la cual proyectaré una veintena de imágenes de su álbum familiar, previa al concierto que la Orquesta ADDA Simfònica va a ofrecer, bajo la dirección de su titular Josep Vicent, en el Auditorio Provincial donde interpretará 5 piezas para pequeña orquesta y piano, actuando de solista Jesús Gómez, y Sonata del mar y del campo.

Gracias a la biografía que sobre Rodríguez Albert realizara el insigne catedrático y musicólogo José María Vives Ramiro, sabemos que la primera de las obras la escribió muy joven, cuando contaba veintiséis años, siendo estrenada el 1 de abril de 1928 en el Teatro Principal de Alicante. Fue la segunda una pieza de madurez que le encargara la dirección general de Bellas Artes para la Orquesta Nacional de España que la estrenaría, bajo la batuta de Antoni Ros-Marbà, el 18 de enero de 1974 en el Teatro Real de Madrid, siendo grabada por Televisión Española y Radio Nacional de España.

Ello da idea del prestigio y reconocimiento que por entonces atesoraba un compositor como Rodríguez Albert que perteneciera a la generación musical del 27 y trabara amistad con personajes como Federico García Lorca con el que trabajó en la realización de una ópera de cámara titulada Inquietud que, casi concluida, se perdió por los avatares dolorosos de la guerra, así como con Ramón Gómez de la Serna, al que acompañó en la visita al Huerto del Cura en 1933, y con Antonio Buero Vallejo al que musicó la canción La pastora Corina de su Concierto de San Ovidio en 1962.

Rafael Rodríguez Albert había nacido en el número 41 de la calle de Las Navas el 6 de febrero de 1902, demostrando desde muy pequeño tener unas aptitudes especiales para la música.

A los pocos meses de nacer perdió la visión del ojo izquierdo y luego paulatinamente la del derecho hasta quedar definitivamente ciego a los ochos años.

Ello no fue óbice para dedicarse por entero a la música. Con doce años escribe su primera composición, un pasodoble llamado El General que estrenó la banda de Villarobledo bajo la dirección de su propio autor con 14 años y vistiendo pantalón corto.

Con viajes a Granada y París donde conocería respectivamente a Falla y Ravel, fue consolidando una trayectoria no exenta de dificultades como las sufridas en la posguerra por sus ideales políticos. El trabajar en la ONCE, sus clases particulares y un tesón ilimitado, le sirvieron para salir adelante y curtirse como compositor, vinculado con una tierra alicantina que le servía de inspiración muy a menudo y con algunos de sus personajes, caso de Gabriel Miró, Emilio Varela u Óscar Esplá.

Dos veces Premio Nacional de Música en 1952 y 1961, su último gran galardón fue el Premio Nacional de Composición Manuel de Falla en su primera edición, convocado por la Universidad de Granada en 1976.

Vanguardista, escrupuloso y a veces complejo de interpretar, Rafael Rodríguez Albert es digno de ser una de las figuras de esta tierra cuya memoria artística merecía ser recuperada.