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Pinochet ante el espejo de Franco

El alicantino Mario Amorós presenta mañana en Madrid una biografía del dictador chileno que incluye la correspondencia con el general español

El autor Mario Amorós. Lorena Palavecino / Penguin Random House-Chile

A escasos días de que se conozca la decisión del Supremo sobre la exhumación de los restos de Franco y en el 46 aniversario -hoy, 11 de septiembre- del golpe que derrocó a Salvador Allende e impuso la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile, el escritor y periodista alicantino Mario Amorós publica Pinochet. Biografía militar y política (Ediciones B), que presenta mañana en Fnac Callao de Madrid acompañado de Baltasar Garzón, juez encargado de ordenar el arresto de Pinochet en Londres en 1998.

Después de haber trazado las biografías de figuras queridas para el autor como el propio Allende en 2013 o el poeta Pablo Neruda en 2015, a Amorós le ha llevado tres años articular el perfil militar y político del dictador chileno que describe a lo largo de 800 páginas de un libro que sale a la venta mañana y que Amorós prevé presentar en Novelda el próximo mes de diciembre.

«Este libro era un desafío porque era la primera vez que me acercaba a una persona de la que tenía una opinión tan negativa, no como los anteriores. Pero era un reto porque no había ninguna biografía como esta, solo había una pero sin apenas documentación», explica Amorós, cuyo libro (con 1.700 notas al pie) es fruto de la consulta de archivos de 4 países, 400 libros y 138 medios de comunicación e incorpora novedades: «Por primera vez se consulta la hoja de vida de Pinochet -la de Franco no se conoce, por ejemplo- sobre su experiencia en el ejército, durante sus 33 años como militar, sus notas, cantidad de información que por primera vez se revela para contar su vida».

Otra de las novedades, especialmente para el lector español, es la correspondencia que mantuvo con el dictador Franco entre el 12 de septiembre de 1973 y el 8 de octubre de 1975, que reflejan que «la España franquista era el único aliado político del régimen de Pinochet en Europa» y que el dictador chileno y el español hablaban el mismo idioma.

«Son cartas muy interesantes que se intercambian en esos años -indica Amorós-. Yo recojo tres, una de ellas inédita, que no se conocía del archivo de la Fundación Francisco Franco, que tiene interés porque Pinochet la manda justo al día siguiente del golpe y está fechada desde el Palacio de la Moneda, que había sido incendiado». En ella, dirigida a su «grande y buen amigo», le informaba del relevo del embajador y daba cuenta de «las buenas relaciones de amistad que felizmente existen entre nuestros dos países» y añadía: «Os ruego aceptéis los sinceros votos que formulamos por el bienestar de Vuestra Excelencia y por la grandeza de España».

Otra de ellas, que Amorós recuerda en el libro, fue enviada por Pinochet el 2 de octubre de 1975 tras los fusilamientos de varios miembros de ETA y el FRAP «que conmocionaron al mundo, y mientras todos los países pedían que se conmutaran las condenas, Pinochet fue el único que le apoyó, lo que refleja su desprecio por los derechos humanos».

Ahí, Pinochet se refería a la «infame campaña internacional que enfrenta España» y expresaba a Franco «la más absoluta solidaridad» para «denunciar y combatir los excesos del terrorismo que se ensaña victimando a los custodios del orden público». Seis días después, apenas un mes antes de su muerte, Franco le remitía su agradecimiento personal y aún le condecoraría con la Gran Cruz al Mérito Militar.

«Nunca se vieron. La única vez que Pinochet visitó España fue en el funeral de Franco, con esa imagen siniestra vestido con capa, pero tenían admiración mutua. Pinochet y un sector de la derecha chilena admiraban a Franco por haber ganado la guerra y haber aplastado a la izquierda, era una de las fuentes ideológicas para su régimen y eso le retrata perfectamente como el dictador cruel que fue. Franco era un espejo donde se reflejaba Pinochet como militar y anticomunista, pero también porque vio que tras su muerte el franquismo se desmanteló en dos años y él intentó evitar que pasara lo mismo en Chile, quería que el legado de la dictadura chilena durara. «Antes y después de su muerte, Pinochet siempre miraba a España», destaca el autor, que cree que su biografía hoy es más necesaria que nunca «para intentar contrarrestar este retorno del pinochetismo desde Chile y la ola reaccionaria desde países como Brasil, Estados Unidos o España con Vox, que ha establecido contacto con José Antonio Kast, líder de la ultraderecha chilena y defensor del golpe».

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