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La oriolana Elena López Riera entra en la Cinemateca francesa

La prestigiosa institución cultural proyecta los trabajos de la directora oriolana y le invita a una «carta blanca» con la que programar las películas que considera más relevantes e inspiradoras

Elena López Riera. Información

Allá por 1936, cuando España se mataba a garrotazos, Henri Langlois creó la Cinemateca francesa con el propósito de elevar al cine a su condición de arte, de séptimo arte. De ahí que albergue una de las colecciones más importantes del mundo ante una incesante actividad que hoy, ocho décadas después, justifica su prestigio entre exposiciones, exhibiciones y descubrimientos de jóvenes realizadores.

Así pues, en estas coordenadas, cabe insertar una noticia excepcional con la proyección del trabajo de Elena López Riera en la Cinemateca francesa, invitándole además a una «carta blanca» con la que ha podido programar las películas que, a su modo, son más relevantes que también inspiradoras.

«Es algo alucinante que no me esperaba en absoluto, porque cinéfila que soy, la Cinemateca francesa es un templo, incluso da un poco de miedo, porque no es nada fácil que programen tus pelis porque quizás sea la sala más bonita del mundo. Como cinéfila que soy es casi como ir a un templo sagrado», señala la oriolana Elena López Riera, autora de los cortometrajes Pueblo, Las vísceras y Los que desean, muy entusiasmada además por el encargo que también ha recibido de la Cinemateca con sede en París. «Por otro lado, lo que me hace también mucha ilusión es que, junto a los cortos, me ofrecen una 'carta blanca' para que programe lo que yo quiera. Una sesión para que pueda presentar y elegir las películas que considere. Y esto, en mi faceta de programadora de festivales, me hace doble ilusión», indica López Riera, quien ha seleccionado la cinta iraní de Forugh Farrojzad, La casa negra, que aprisiona una «visión poética de la realidad» en un retrato sobre la leprosería de Tabriz, y el documental La Rosière de Pessac del francés Jean Eustache.

Lo cierto es que la carrera de Elena López Riera atraviesa un momento dulce, de muy altos vuelos. Con Los que desean obtuvo el primer premio del Festival de Cine de Locarno, uno de los más emblemáticos del circuito mundial junto a Berlín o Venecia, al tiempo que su obra se ha podido visualizar en el Moma de Nueva York. Es más, Elena López Riera ha desarrollado el guion de su primer largometraje con La Residence de Cinéfondation vinculada al Festival de Cannes.

«¿Qué cineasta no sueña con poder mostrar su trabajo en Cannes y que haya un interés por parte del festival? En parte me sonroja un poco, pero también me ilusiona. De hecho, con mi primer corto ( Pueblo) la primera proyección que tuvo fue aquí, en el Festival de Cine de Cannes, y este año he tenido la grandísima suerte, porque es súper difícil, que la Cinéfondation, que es una especie de órgano vinculado al Festival de Cannes, con becas y residencias para jóvenes cineastas, me seleccionara para escribir el guion de mi primer largo. También después, cuando finalizaba la residencia, nos juntamos todos los residentes en el Festival de Cannes para presentar los proyectos y lo gané. Y... flipando por una parte, muy sorprendida porque es muy difícil, pero contenta e intentado asumir esa responsabilidad, intentando que no me abrume ese reconocimiento, y trabajando que es lo único que sé hacer y me motiva», indica.

Durante este verano, en su Orihuela natal, Elena López Riera ha desarrollado el guion de este largometraje y ha avanzado con el casting tratando de impregnarse, con la escritura, de una realidad con la que envuelve la ficción en sus narrativas documentales.

«Psicoanalizarse es siempre un poco complejo, y no sé muy bien porqué tengo ese vínculo con mi pueblo, Orihuela, que también con Alicante y la Vega Baja. No tengo una respuesta de porqué esta necesidad de siempre volver y trabajar sobre estos paisajes, sonidos y gente», se cuestiona Elena López sobre una base creativa que ha encandilado a la crítica.

«Uno tiene que estar abierto a que cambien las cosas, pero lo que te puedo decir es que hoy por hoy solo se me ocurren cosas cuando estoy allí. Es algo que responde a un deseo primitivo e inexplicable, que es que yo solo tengo ganas de filmar cuando estoy allí, y para mí el cine tiene que ver mucho con la seducción como en el amor, con actos inexplicables, porqué te enamoras de alguien, porqué quieres besar a alguien...es algo difícil de explicar, y a mí con el cine siempre me pasa lo mismo. No sé muy bien porqué pero siempre quiero volver a casa y filmar allí», concluye.

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