P ¿Qué tiene el nuevo Esplá para aportar a la fiesta?

R Creo que, para como está el toreo hoy, puedo aportar el aire de la vieja escuela, la que me han enseñado, practico y siento, y quizá hoy no es tan habitual. Mis referentes, más allá de mi familia, son toreros que he visto desde pequeño en vídeo: Antonio Bienvenida, Curro Romero, Rafael de Paula, Manolete, Joselito, Belmonte... Me conmueve la personalidad de cada uno, la gracia natural de muchos de ellos, matices técnicos y de colocación que me enriquecen y que hoy no se dan mucho.

P ¿El apellido pesa?

R Es un orgullo, pero pesa la responsabilidad, porque quieres estar a la altura y no defraudar. Por otro lado, soy un novillero con muchas cosas por aprender y no puedo estar a la altura de un matador con años de alternativa. Las circunstancias también han cambiado, y me tengo que adaptar.

P Tu nombre comenzó a sonar hace ya unos cuantos años, y luego hubo un largo silencio. ¿Qué ha pasado en este tiempo?

R Muchas cosas. En primer lugar, yo estaba en la escuela de Benidorm, y de allí me invitaron a irme. Ir por libre cuesta mucho más, tienes que respetar la dignidad del apellido, la profesión, e incluso a ti mismo también. Luego han sucedido años de crisis, y desde mi casa también me apretaron para que, ante la incertidumbre, acabara mi carrera universitaria. Ahora que ya estoy más libre, he retomado la que es mi verdadera pasión.

P ¿Te ha costado llevar este tiempo de espera?

R Lo he podido sobrellevar bien porque durante este tiempo he seguido yendo al campo, y de algún modo, sin torear en público, he seguido conectado, aunque ha costado. Pero tenía también la referencia de mi padre, que estudió también, y lo tenía claro.

P ¿Cómo has explicado en tu entorno tu pasión taurina?

R En mi casa no hizo falta, porque yo jugaba desde pequeño en la plaza de mi abuelo, y se ha vivido como algo natural. Luego, en la universidad, no lo decía. Soy muy discreto, y no me gusta molestar ni que me molesten. Al final se enteraban, claro, y he tenido compañeros y amigos antitaurinos, pero que me han deseado suerte. No me importa dialogar cuando hay comunicación, pero lo evito con los intolerantes.

P ¿Qué argumento le darías a alguien indiferente para que respetase tu mundo?

R Me lo llevaría al campo para que viera cómo es en realidad el cuidado y el entorno del toro y que pudiera entender el final en la plaza como una parte ritual que, en conjunto, apenas abarca quince minutos. Eso sí, muy intensos.

P Toreaste por primera vez de manos de tu abuelo, Paquito Esplá. ¿Qué poso queda de él en tu manera de entender el toreo?

R Todo. Siempre me aconsejó que en la vida hay que ser persona y mantener tu palabra, porque uno vale lo que vale su palabra. Él es uno de mis pilares fundamentales en cuanto a mi ética y mi manera de vivir. Fue una persona cabal, honesta, sincera, discreta y que siempre fue por derecho.

P ¿ Alguna vez le preguntaste por qué no tomó la alternativa?

R Claro. Podría haberla tomado perfectamente porque él también era empresario. Pero fue honesto y respetuoso con la profesión, entendió que su vida taurina ya no tenía más recorrido y no quiso traicionarse a sí mismo.

P El siguiente escalón: Juan Antonio Esplá.

R Mi padre siempre me ha dicho que esté en este mundo mientras disfrute. Y recuerdo cómo me explicaba, cuando era pequeño, qué era el temple, con la muleta siempre a dos dedos del testuz de las becerras. Es otro pilar básico.

P ¿Por qué no ha sido Alicante la plaza de tu debut?

R Yo no me considero más que nadie, soy un novillero como otro cualquiera. Me tengo que ganar todo en el ruedo. Pero mi apellido sí creo que merecía una dignidad. En Alicante no se ofrecía la situación, y en Calasparra sí se ha dado, además de ser una localidad relativamente cercana para que mi gente pueda estar conmigo y que tiene una feria importante.

P ¿ Estás preparado para el triunfo y para el fracaso?

R No lo sé, es muy difícil pero me apasiona emprender y disfrutar el camino de esta aventura.