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Punto y aparte

Adánez: «El humor es una de las armas que nos salva como país»

Especialista de la comedia en televisión y del drama en el teatro, Adánez ha logrado el perfecto equilibrio entre la popularidad y el riesgo

María Adánez, con la actriz Ana Marzoa, en la obra Divinas palabras. Información

P Interpreta a Mari Gaila, un personaje que antes han encarnado Margarita Xirgú, Nati Mistral o Núria Espert ¿Pesan mucho estos antecedentes?

R Hacer cualquier personaje en el teatro es una responsabilidad grande. Me pasó lo mismo cuando hice con Emilio Gutiérrez Caba El Príncipe y la corista, que en el cine la interpretaron Laurence Olivier y Marilyn Monroe? En cualquier caso, encarnar a este personaje es una auténtica gozada, es una mujer llena de fuerza y de libertad, que lo que ansía es salir de su casa, de su entorno opresivo y oprimido.

P Y también bastante machista. ¿Le da eso actualidad a Divinas palabras

R La obra está escrita a principios del XX y España ha avanzado muchísimo desde entonces gracias a la democracia. Yo soy madrileña, y gracias a mis padres, a la educación que recibí y a esta ciudad acogedora y tolerante, crecí en libertad para escoger lo que he querido hacer en mi vida. Pero sí es verdad que no pasa en todos los lugares y que hay entornos que siguen siendo igual de opresivos y machistas.

P Valle también retrata el poder de la religión. ¿Al público desengañado del siglo XXI le sigue impactando ese retrato?

R La religión no está demodé. Yuval Noah Harari y su Sapiens te dirán que la religión y el dinero siguen moviendo el mundo. Y estoy convencida que seguirá haciéndolo mientras no desaparezcamos como especie. Valle hace una crítica de cómo la religión juega un papel decisivo y muy poderoso ante la ignorancia. Frente a las palabras en latín la gente se acojona y vuelve a la inquietud y al miedo.

P ¿Nos parecemos al lugar esperpéntico y primitivo sobre el que escribía Valle hace un siglo?

R Desgraciadamente, sigue habiendo situaciones en la vida muy esperpénticas. Valle distorsiona la realidad, pero el esperpento se sigue asomando siempre a la vuelta de la esquina. No hay nada más esperpéntico, por ejemplo, que la exposición visual que nos rodea a través de los móviles y las redes sociales.

P ¿Se le hace bola la popularidad?

R No se me hace bola pero sí reconozco que los móviles y la eterna exposición en las redes se hace dura en ciertos momentos. Entiendo que la gente quiera hacerse fotos con alguien al que admira, pero también han de entender que en muchísimos momentos, cuando uno está comiendo con la familia o comprando el periódico o en el tren sentado o paseando, uno no quiere ser el personaje famoso sino la persona.

P La tele le convierte en una especie de propiedad pública.

R Exacto. Muchas personas lo entienden pero otras dicen «qué idiota es esta». Es un terreno delicado y es difícil abogar por cierta privacidad en un momento en lo que está de moda es exponer tu vida en las redes sociales para que Google o Facebook tenga todos tus datos y las llaves de tu casa.

P ¿Qué humor nos representa más, el negro y cruel de Divinas palabras o el sainetero de Divinas palabrasLa que se avecina

R España es un país de grandes cómicos y de un gran sentido del humor, y eso, aunque el humor sea negro, es una de las armas que nos salva como país. La prueba es que ocurre una tragedia y al minuto hay 50.000 memes. Eso nos salva del dolor y es muy necesario.

P En el escenario del teatro, ante 300 o 400 personas, ¿se siente una actriz diferente a la que han visto millones de personas en las series de la tele?

R Yo no pienso en la diferencia. En el momento en el que me subo a un escenario soy una actriz con la responsabilidad de hacer una obra como Divinas palabras. Intento estar muy presente en el aquí y en el ahora. El teatro es un ejercicio de meditación, porque si no pones todos tus sentidos se te va la función. Y lo más importante, porque si no, no habría teatro, actúas con la intención de que el público disfrute.

P Suele hacer comedia en la tele y drama en el teatro. ¿Es una manera de no dejarse encasillar?

R Totalmente. Yo llevo toda mi vida, desde bien pequeñita, actuando. Debuté con la comedia y para el gran público soy reconocida por la comedia. Pero llegó un momento de mi vida en el que necesitaba hacer teatro y desarrollarme más como actriz y ser humano, salir de la zona de confort, ponérmelo difícil. Entonces le pedí una prueba a Miguel Nardo para hacer Salomé de Oscar Wilde. Yo estaba en A quí no hay quien viva, en lo más alto de mi carrera, pero Miguel por suerte no veía la tele porque si no, ni siquiera me habría dado una prueba.

P Una vez termine la gira, ¿con qué se quedará de Mari Gaila?

R Con esa fuerza increíble por vivir. A pesar del entorno cruel hacia las mujeres, ella es una mujer avanzada para su tiempo. Esa libertad solo se conseguía cuando eras una mujer nada sumisa.

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