El rapero Arkano ha sido el designado esta vez para acompañar con el tema Otro intento más las progresiones a los pedales de ídolos de este deporte como los españoles Alejandro Valverde y Marco Soler, los colombianos Nairo Quintana, Rigoberto Urán y Miguel Ángel López o el ecuatoriano Richard Carapaz. Y aunque la competición se disputó por primera vez en 1935 (con diversas interrupciones como la provocada por la Guerra Civil), no fue hasta 1977 cuando la música empezó a circular en paralelo mediante la elección anual de una canción para sus resúmenes y anuncios promocionales.

Curiosamente, la primera escogida fue Tritsch-Tratsch Polka, una polca compuesta por Johann Strauss II, autor también del célebre vals El Danubio azul, aunque en años posteriores la Vuelta prefiriera verse reflejada en composiciones más contemporáneas. En la búsqueda de la perfecta combinación entre las pulsaciones por minuto de la música y los kilómetros por hora de las bicicletas, las pistas de baile se han revelado como una de las mejores compañeras de viaje, véase September de Earth, Wind & Fire en 1979 y Funky Town de Lipps Inc en 1980.

El inglés dio paso por primera vez al español como lengua vehicular a partir de 1982, cuando Azul y Negro alumbraron esta asociación entre deporte y música con Me estoy volviendo loco. Tal fue su éxito que este dúo de tecno-pop nacional terminó poniendo fondo a otras dos ediciones, en 1983 con No tengo tiempo y en 1993, una década después, con Two pa ka. Asimismo, el gusto por los sintetizadores se mantuvo fuerte en años sucesivos con Pánico en el Edén de Tino Casal y Take on me de A-ha.

El tropicalismo invadió la Vuelta en 1985 con Baila de Iván, el de Fotonovela, y permaneció en la siguiente edición con Conga, de Miami Sound Machine, que mostró que las pedaladas se daban mejor con ritmos latinos. Esa pauta no se repitió sin embargo hasta 16 años más tarde, cuando en 2002 Patricia Manterola interpretó Que el ritmo no pare.

En 1989 La Unión había cedido a este ciclo otro de sus grandes éxitos musicales, Más y más, publicado un año antes. Nombre recurrente fue también el de José Ángel Hevia, quien introdujo el folk celta en 1999 con El garrotín y en 2003 con El tirador. Un precedente de esa mirada al norte del país se había dado poco antes, en 1995, con la exótica fusión de Jaguarundi del gallego Víctor Coyote. Más melodías que quedaron prendadas en la memoria al giro de los radios fueron Up & Down de los holandeses Vengaboys en 1998, en plena fiebre del eurodance, y, ya en el cambio de siglo, El cielo no entiende de OBK en el año 2000, herederos del impulso de Azul y Negro, o Corazón congelado de Pastora Soler en 2001.

De esos años fueron también Con la luna llena de Melendi, que en 2004 estaba en plena vorágine de popularidad, así como En qué estrella estará de Nena Daconte en 2006 y Merezco de Zahara en 2009.

Con más pena que gloria ha pasado la última década, ya sea por la pérdida de tirón mediático de la Vuelta o por una selección más insulsa y errática, pese a haber apostado sin embargo por artistas mucho más asentados como La Oreja de Van Gogh ( Día cero), Carlos Núñez ( Mambo), Edurne ( Amanecer), Marta Sánchez ( El ganador) o Maldita Nerea ( Bailarina).

Aunque sí hubo una ocasión en la que la competición se pasó de frenada fue en 1996, cuando algún oído privilegiado decidió que los intérpretes fuesen los presentadores Ana Obregón y Ramón García con una pachanga veraniega, Morena, de versos inspirados como Párate en la playa, aya, aya / cuidado con la ola, hola, ooooh!.