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Danza española

La coreografía vital de Rubén Olmo: De las Tres Mil Viviendas a director del Ballet Nacional

"Mi madre ha tenido que fregar muchas escaleras para poder pagarme la carrera", cuenta el bailarín y coreógrafo sevillano, Premio Nacional de Danza y nuevo director del BNE

El bailarín y coreógrafo Rubén Olmo, Premio Nacional de Danza en 2015.

Sevilla, barrio de las Tres Mil Viviendas, principios de los 90. Mientras el resto de niños empapelaban su habitación con fotos de Maradona o de Davor Šuker, dos de las grandes figuras del Sevilla F. C. en aquella época gloriosa del fútbol español, sobre su cama, colgaba un cartel de la bailarina María de Ávila, símbolo del Ballet Nacional Español. Para Rubén Olmo (Sevilla, 1980), la danza siempre ha sido su verdadera pasión. Y a esta pasión ha dedicado todos y cada uno de sus pasos. Sus orígenes humildes no le han impedido llegar a lo más alto gracias a su dedicación y constancia, junto con el apoyo de su familia, que le han acompañado a lo largo de toda su carrera. Este bailarín y coreógrafo, Premio Nacional de Danza en 2015 y director de su propia compañía, iniciará dentro de unos días una nueva etapa al frente del Ballet Nacional Español.

Aprovechamos su participación en la tercera edición de Encuentros con los Maestros, una convivencia de creación cultural que ofrece a jóvenes bailarines la posibilidad de perfeccionar su técnica de la mano de profesionales de primera línea de nuestro país, como Antonio Canales, Ángel Rojas, Arantxa Carmona, Maribel Gallardo y el propio Rubén Olmo. La cita, que se celebra estos días en la localidad asturiana de Colombres, será su última colaboración antes de tomar las riendas del Ballet Nacional.

-¿Ilusionado ante esta nueva etapa?

-Sí. Todo ha ido con un paso tan natural que realmente creo que llego con la madurez suficiente como para poder sobrellevar este peso.

-A partir de ahora, ¿tiene previsto compaginar su nuevo cargo con la dirección de su compañía?

-Aparte de tener firmada la exclusividad con el Ballet Nacional de España, no es compatible. Este ballet es una gran masa de hierro y hay que estar muy alerta para que siempre esté vivo, tener a todos los bailarines y a todos los creadores trabajando ilusionados y con muchas ganas y eso requiere dedicación plena.

-¿Qué estaba haciendo cuando le comunicaron su nombramiento?

-Cuando me llamaron y me dieron la noticia estaba sobre los escenarios con distintos proyectos, pero lo recibí con mucha alegría, porque aunque uno se presenta con la ambición de ser el elegido, siempre es consciente de que hay otros compañeros que también tienen muchas posibilidades.

-¿Contárselo a sus padres fue lo más emocionante?

-Sí, firmé un contrato de confidencialidad y no se lo podía decir a nadie, así que se enteraron en el mismo momento del nombramiento oficial en La Zarzuela, por lo que fue todavía más emocionante. Recuerdo que cuando a mi madre se lo contaron los profesores del Conservatorio de Música donde trabaja como conserje se puso a llorar de la alegría.

-Agradece siempre el apoyo de su familia, que puso todo su empeño en que pudiese recibir la mejor formación.

-Sí, ellos siempre me han apoyado y han apostado por mí. Logré ingresar en el Conservatorio de Sevilla con nueve años y me titulé en la carrera de Danza Española y en la de Danza Clásica. Son unos estudios en los que se necesita mucha economía, así que desde los 14 años trabajé en distintas compañías y pisé los tablaos flamencos para 'tirar palante'. Además, en casa me ayudaron. Mi madre era ama de casa, pero tuvo que limpiar muchas escaleras, porque con el sueldo de carpintero de mi padre podíamos vivir, pero no pagar una carrera de bailarín.

"Antonio Najarro y yo somos compañeros y amigos y le escucho con mucho respeto pues son ocho años los que ha estado en el cargo"

-¿Le ha dado algún consejo su predecesor, Antonio Najarro, para esta nueva etapa?

-Sí, me ha dado muchos, porque tanto su salida como mi entrada han sido de la mano. Somos compañeros y amigos desde hace muchísimos años y la verdad es que recibió con mucho cariño e ilusión que fuese yo el nuevo director. Hemos hablado mucho de la situación del ballet y le escucho con mucho respeto pues son ocho años los que ha estado en el cargo.

-Se convierte en el segundo sevillano al frente de la compañía nacional. El primero fue Antonio Ruiz Soler en 1980. Parece que en cierta forma estaba predestinado...

-Sí, (risas). Además de la coincidencia con Antonio, que era sevillano y entró en el 80, justo el año en el que yo nací, rompo con que todos los directores se llamen Antonio: Antonio Gades, Antonio Ruiz Soler, José Antonio, Antonio Najarro...

-¿Sevilla, y Andalucía en general, tienen un color especial para la danza y el flamenco?

-Sí, es verdad que aquí das una patada a una piedra y sale un artista. Hay mucha tradición y muchas escuelas de danza española y de flamenco. El baile es algo que se trabaja mucho y que gusta.

El 'duende' del flamenco le apareció a Rubén Olmo con dos años durante una velada.Rubén Olmo

De orígenes humildes

-¿Cuándo apareció en usted el 'duende'?

-Pues fue muy simple, se me despertó con dos añitos en una velada de baile. Tuve la suerte de que mi madre me lo vio y con cuatro años me llevó a una academia para que entrara en este mundo.

-¿Cómo un niño de las Tres Mil Viviendas termina siendo director del Ballet Nacional?

-Nunca imaginé que mi sueño se hiciese realidad. Desde pequeño soñaba con el Ballet Nacional. Sigue estando en mi cuarto, sobre el cabecero de la cama, ese cartel inmenso de María de Ávila, símbolo histórico del ballet, que para mí es una grande.

"No tengo malos recuerdos del barrio, mi infancia en Las Tres Mil Viviendas fue feliz, entonces no era tan inseguro"

-¿Fue una manera de escapar de su entorno?

-No tengo malos recuerdos del barrio, mi infancia en Las Tres Mil fue feliz. Entonces no era tan inseguro y yo no era un niño que jugara en la calle porque después de la escuela me iba a la academia de baile y con nueve años nos trasladamos ya al Cerro del Águila.

-Otro de los momentos más especiales en su carrera es sin duda cuando recibió el Premio Nacional de Danza en 2015. ¿Dónde tiene guardado ese premio?

-Tengo el diploma guardado en un cajoncito. Es uno de los premios más importantes que hay y me hizo una ilusión grandísima pues es el reclamo que quieren tener todos los bailarines. Es el premio de la danza más importante, junto con el premio de las Bellas Artes, y cuando llega te emocionas porque abarca todas las disciplinas de baile y eres tú el escogido en ese momento.

-¿Lo colgará en su nuevo despacho?

-No creo, porque lo sacaré cuando sea mi retirada y esté en mi casa, tranquilo, con mis cosas y mis recuerdos...

-Un pronóstico lejano, esperamos, pues ha mostrado ser capaz de seguir un ritmo frenético todo este año.

-Sí, ha sido un año completito (risas). No he tenido fines de semana ni nada, todo ha sido trabajar, trabajar y trabajar... pero muy contento. Estrené 'Naturalmente flamenco' con el Ballet Flamenco de Andalucía en el Festival de Jerez. Allí también he recibido el Premio a la Crítica con 'Horas contigo'. Justo una semana después estrené 'Diálogo con navegante', con Triana Ramos y Antonio Canales, en la Bienal de Arte Flamenco de Málaga, una obra preciosa, que ha tenido muy buenas críticas, escrita por Vargas Llosa, un diálogo de José Tomás con el toro que lo cogió en Aguascalientes. Y 'La muerte de un minotauro', un homenaje a Salvador Távora, en la inauguración del Festival de Danza de Itálica, en mi tierra, ha supuesto mi despedida antes de pasar a dirigir el BNE.

El papel del flamenco en el BNE

-En su opinión, la danza española y el flamenco deben ir de la mano y no tomar caminos separados. ¿Cree que su generación está uniendo ambas modalidades?

-Sí. El flamenco ha cogido una fuerza lógica que a lo mejor ha sombreado un poco la danza española, pero en nuestra generación llevamos muchos años mezclando tanto la danza española como el flamenco, la danza contemporánea... Todo convive en nuestro lenguaje porque desde pequeños nos hemos preparado para eso.

-¿Cómo ve el panorama actual de la danza en España?

-Es una generación que lo tiene todo. Nuestra generación se tenía que buscar más la manera de encontrar las cosas. Para ver los espectáculos tenías que ir a los teatros, porque no lo tenías todo en YouTube, y eso nos hacía tener más inquietud, pero las nuevas generaciones están bailando precioso y muestran una diversidad de estilos impresionante.

Rubén Olmo sigue en contacto con las nuevas generaciones de bailarines en Colombres.Encuentro con los Maestros

-Entre los objetivos que ha anunciado para el BNE está el de abrir las puertas a nuevos creadores. ¿Cree que todavía tenemos por descubrir muchos artistas desconocidos o que no han recibido el reconocimiento que merecen?

-Sí. Los nuevos creadores llevan ya bastante tiempo entrando en el Ballet Nacional de España. Con Antonio Najarro, fuimos muchos de nosotros, pero creo que hay una generación con muchas ganas a la que hay que ofrecerles una plataforma en la que puedan exponer sus trabajos, crear sin miedo y con un poquito más de ayuda.

Mi deseo es poder sacar nuevos creadores, sobre todo de danza española, porque se han ido perdiendo, y recurrir, claro está, a los creadores importantes, que por supuesto, siempre tienen su casa en el Ballet Nacional de España, para seguir mostrando el patrimonio que tenemos, para que las nuevas generaciones conozcan esos programas de oro.

-¿Algún nombre para abrir boca?

-Desde el BNE, el próximo mes de marzo, vamos a realizar un homenaje a Mario Maya porque el ballet no tiene ningún repertorio de este gran creador. Es toda una figura que tiene gran importancia en el teatro flamenco y que en los noventa sacó a importantes artistas desde su compañía y la compañía andaluza de danza, como es Israel Galván, Isabel Bayón, Rafaela Carrasco... ¡Va a ser maravilloso!

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