P La librería, Elisa y Marcela... ¿El mundo es tan hostil como narra para los que pelean por un sueño?

R Yo de entrada pienso que todas las cosas importantes de la vida cuestan un esfuerzo. Y desconfío de las cosas que son fáciles. Pero, por otro lado, creo que tanto lo que querían Elisa y Marcela, que era simplemente estar juntas, y lo que quiere Florence Green, que es abrir una librería, deberían ser misiones más sencillas. Esas cosas que son fundamentales para la vida históricamente no han sido fáciles, y mucho menos para las mujeres.

P Tampoco crear. Habla de dos proyectos que a usted le han costado 20 años.

R Porque es mucho más fácil hacer otro tipo de películas que las que yo quiero hacer. Pero todo merece la pena cuando ves cómo lo que haces llega a la gente. Para mí, desde luego, merecen la pena los años y el sacrificio.

P ¿Cuesta que la industria se fije en historias fuera de los clichés?

R En el caso de La librería fue muy difícil convencer a inversores y productores. Pero ahora acabo de volver de Japón, y la película lleva ocho meses allí. Hay una cosa colateral de mi trabajo, que es que gracias a su éxito se ha traducido a Penelope Fitzgerald al japonés. Esa labor de llevar a autores desconocidos a otros públicos para mí es importante, igual que Elisa y Marcela. Gracias al interés que mostró Netflix en la película, montones de sitios están conociendo la historia.

P ¿Por qué con esa colaboración con Netflix se armó mucho revuelo?

R Porque hay muchos actores de la industria que están en contra de Netflix. Piensan que es lo que va a acabar con las salas de cine.

P ¿Usted no?

R Yo creo que Netflix y las salas van a convivir. Se puede encontrar una manera. Que la gente pueda acceder a las historias es lo importante.

P La de Elisa y Marcela visibiliza el amor entre mujeres. ¿Era una cuenta pendiente del cine?

R Yo no soy la primera que lo muestra, pero es verdad que puedo contar con los dedos de una mano a las cineastas que han hablado de historias de amor entre mujeres. Normalmente, ha sido una mirada masculina la que las ha contado. Yo he intentado ponerme en su lugar, acercarme a la historia de la manera más abierta, vulnerable y honesta posible.

P Habla de vulnerabilidad, pero en su filmografía lo que destaca es la fortaleza, sobre todo la femenina.

R Las mujeres me interesan más, me parecen más fascinantes. Eso no quiere decir que los personajes masculinos de mis películas no lo sean, pero siempre he explicado historias donde los femeninos son los fuertes. Para mí, es algo natural. Y creo que podremos tener una imagen mucho más justa de la realidad cuantas más mujeres escriban y dirijan.

P ¿La dirección no sigue siendo un terreno demasiado árido para las mujeres?

R Es difícil, sí. Siempre que voy a una escuela de cine, pienso que es alucinante que, de una clase en la que hay el 50% de chicos y chicas, al final la mayoría de los que acceden a la dirección son hombres. Primero tenemos que conocer que eso es lo que pasa y, a partir de ahí, tomar medidas para paliarlo. Sobre todo, para que las mujeres crean en sí mismas. Cuando estén seguras en su punto de vista, harán más películas.

P ¿Cuánta seguridad en sí misma ha necesitado usted para las suyas?

R Yo he fingido que tenía confianza, que es distinto [risas]. Tengo una hija de 21 años y le digo: «Mira, ¿no estás segura? Pues yo tampoco lo estoy, pero hago como si lo estuviera». La inseguridad y la confianza en uno mismo son cosas que llevamos de fábrica y uno tiene que intentar moldearlas como puede. Yo he hecho muy poco caso de comentarios, consejos y prejuicios.

P ¿Y los ha tenido?

R De entrada, no soy una persona prejuiciosa. Y creo que precisamente por eso me he tirado en muchos charcos, por no tener prejuicios. He rodado películas en otros países, y no he hecho caso cuando me han dicho: «No vayas, todo es muy difícil».

P Ha trabajado mucho a nivel internacional, ¿se encuentra más cómoda rodando fuera que aquí?

R ¿Sabes qué pasa? Que yo en un rodaje me encuentro muy cómoda. Tanto con equipos de 100 personas como cuando he hecho documentales con dos colegas y hemos dormido en tiendas de campaña sin una ducha a mano en días. En ese sentido, creo que soy una persona muy todoterreno. Tengo un sentido de adaptabilidad muy fuerte.