En las películas de Jonás Trueba los personajes respiran, hablan y piensan en una escala de proximidad, a la vez cotidiana y poética, una rareza para un cine cada vez más dominado por la espectacularidad y el artificio. Sin embargo, el pequeño de los Trueba dice no tener vocación de raro ni marginal. «Los raros son los otros, los que hacen todo el rato películas de gente matándose; para mí lo normal es lo que hacemos nosotros, películas pegadas a la vida, a lo que eres, lo que sabes y conoces», señala con motivo del estreno de La virgen de agosto.

Escrito a cuatro manos junto a la actriz Itsaso Arana, su quinto largometraje transcurre precisamente en días calurosos como éstos, en un Madrid semivacío y en «un estado de excepción» que permite a su protagonista reinventarse y mirar a los otros también con otros ojos. La película, que se estrena el jueves, tuvo su presentación internacional el mes pasado en el Festival de Karlovy Vary, donde ganó el premio Fipresci de la crítica y una mención especial del jurado.