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Luis Colombo vuelve al cine

El veterano guionista y realizador alicantino rueda en Aigües la película 33 años de oscuridad, una historia «de supervivencia y soledad» sobre el topo Saturnino de Lucas, que permaneció tres décadas en una buhardilla oculto de la represión franquista

Luis Colombo vuelve al cine

Al cineasta alicantino Luis Colombo le rondaba desde hace años la idea de hacer una película sobre los topos del franquismotopos, aquellas personas que vivieron a escondidas para evitar la represión tras la Guerra Civil española. Su padre, republicano, fue uno de ellos y permaneció dos años encerrado en una buhardilla en el casco antiguo de Alicante, «pero un día salió, la Brigada Político-Social de Franco le detuvo y se lo llevaron a Carabanchel; le juzgaron pero al no tener delitos de sangre le soltaron», relata Colombo, que no veía «suficientemente atractivo» el encierro paterno como para llevarlo al cine, pero después leyó el libro Los topos, de Manuel Leguineche y Jesús Torbado, y la historia de Saturnino de Lucas, alcalde republicano en 1936 que permaneció oculto durante 33 años en un pueblo de Segovia, encendió la mecha.

«Me puse a escribir el guion en el mes de abril sobre la historia de Saturnino -que se encerró en 1936 primero en la cuadra de la casa del cura y luego en una falsa pared de la buhardilla de su propia casa, hasta que salió en 1970- y en junio empezamos a rodar las primeras secuencias en Aigües», localidad a la que está vinculado desde niño el veterano profesional, quien se inició en el cine como auxiliar de fotografía en 1976 con la película de Alfredo Landa Solo ante el Streaking y desde entonces ha trabajado en 42 películas como director, guionista, director de fotografía o cámara, especialmente al lado de directores como Jess Franco y Paul Naschy.

Tras dirigir su última película en 2011, Crotón el Grande, con guion de Naschy, Luis Colombo vuelve a ponerse ahora al frente de 33 años de oscuridad, una película que dirige «sin prisas, en días sueltos y de forma cooperativista» en Aigües, donde prevé continuar el rodaje hasta el mes de noviembre y estrenarla en 2020 en la Casa de Cultura.

«Me apetecía mucho rodar esta película. He trabajado mucho con Franco y Naschy en cine de serie B tirando a Z y después de haber rodado tantas historias de zombis, vampiros en pelotas y caníbales ya me apetecía a mi edad hacer una película un poco seria. Me lo he pasado muy bien con todo ese cachondeo, pero ahora quería contar algo que fuera digno, una historia que conmueva y emocione», explica Colombo.

Para este proyecto cuenta con actores profesionales de Alicante y Madrid como Manuel Jurado, Fele Pastor, Manu Tobago, Juan Durá y Alberto Martínez, algunos de ellos ya han trabajado con él -Luis Soravilla se encargará de la colorimetría de la cinta-, pero para la figuración y el resto de tareas cuenta con la colaboración de todo el pueblo.

«Esta es una película casera donde no cobra nadie pero el resultado final va a ser espectacular. Estoy muy contento con lo que estamos rodando, el ambiente es muy realista y la gente participa en todo», destaca el director, que adapta el rodaje a las posibilidades de sus vecinos, ya que «antes de rodar una escena necesito tres días por delante para preparar el vestuario y explicar a la gente de lo que tiene que hacer».

En Aigües, además, Colombo tiene todo lo que necesita para contar el cautiverio del alcalde socialista: «Hay ruinas, casas antiguas, cuadras, iglesias, bares... Y los vecinos me lo dejan todo, desde muebles antiguos a vestuario y, si no, lo hacemos nosotros, como los mausers, los rifles de la Guerra Civil, que solo una réplica puede costar 300 euros», apunta, el cineasta, que para la producción se ha recorrido todas las casas de más de cincuenta años con buhardilla de la zona «y al final me han dejado una casita de aperos de labranza en el campo porque era la única que tenía este espacio con techo bajo, para que diera sensación de opresión».

También, añade, ha debido investigar en las costumbres de la época, como saber si en los años 30 se tiraba arroz en las bodas para una escena de estas características que debía rodar y comprobó que «no se hacía porque entonces había hambre y eso era un desperdicio, pero una señora mayor nos dijo que se tiraba confeti y en el traje de novia que nos dejaron, de esos años, descubrimos que, efectivamente, entre las costuras había confeti».

De las 125 secuencias que contiene el guion, 44 se rodarán dentro de la buhardilla y el resto son historias periféricas, tramas secundarias que son las que rueda el equipo de Colombo en estos momentos.

«Esta es una historia de soledad y de sentido de la supervivencia, una hazaña que afectó a miles de hombres inocentes de ambos bandos, nacional y republicano, pero que afectó especialmente a Saturnino» por su «triste récord de cautiverio», apunta Colombo, que destaca que durante el encierro Saturnino «leyó muchos libros y estudió, oía la radio y arreglaba aparatos» pero su cuerpo no aguantó mucho: murió de un infarto a los ocho meses de quedar libre con la amnistía de Franco.

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