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Joumana Haddad, la voz del activismo árabe

La escritora libanesa participa hoy en un encuentro de las residencias creativas de Casa Mediterráneo en Alicante

La escritora libanesa Joumana Haddad. INFORMACIÓN

Joumana Haddad, de 48 años, llega puntual a la entrevista en el lugar donde ofrecerá su segunda y última conferencia en en Alicante, ciudad que describe como «una novedad muy familiar», comparándola con su Beirut natal. Aquí ha pasado un mes participando en las residencias creativas de Casa Mediterráneo donde hoy, a las 19.30 horas, hablará sobre los clichés a los que se enfrenta la mujer árabe y el papel que desempeña como activista. Con tono firme pero amable reflexiona en un fluido castellano sobre su activismo social y cultural y diagnostica algunos problemas que a su parecer sufre la sociedad actual. El principal, la falta de curiosidad sana entre personas de distinta procedencia.

Escribió su libro Yo maté a Sherezade harta de la visión generalizada de la mujer árabe como una persona sumisa y esas confesiones de una mujer árabe furiosa, como reza el título de su libro, le dieron el reconocimiento internacional. Sin embargo, en la obra también deja claro que no pretende confrontar civilizaciones y por ello destaca lo que es similar entre las dos orillas del Mediterráneo. «Tenemos en común nuestra humanidad y con ella nuestras esperanzas y nuestros miedos», afirma. A partir de esta reflexión, nació su último ensayo, El tercer sexo, que próximamente se publicará en España.

«Es frecuente que los medios den una imagen de la mujer árabe como sumisa, solo se centran en las cosas más sensacionalistas., también hay mujeres fuertes e independientes. Por eso trabajo». Haddad no viaja solo para tener una imagen más completa del mundo, con su presencia también trata de derribar barreras. «Cuando alguien después de hablar conmigo cambia su modo de ver es una gran victoria para mí», explica.

Literatura y activismo

Otro viaje, a través de la literatura, la llevó a darse cuenta de que podía ser libre en una sociedad y en una familia donde la respuesta siempre era «no». Justine, uno de los libros del marqués de Sade, le dio «una bofetada de libertad», por eso para ella la escritura es una forma de confrontación, y parte de una idea que se gesta durante aproximadamente dos años y que cada vez se vuelve más obsesiva en su cabeza. La nutren, como ella reconoce, escritores y artistas diversos que califica como héroes. Sin embargo, a pesar del panorama mundial considera que es imporante ser positivo y muchos de sus libros contienen dosis de humor que actúan como catalizador. «Cuando escribo soy transparente, mi estilo es una mezcla de furia e indignación, pero también hay cosas divertidas y soy muy auto sarcástica. No me permito ser pesimista».

En su labor como periodista editó la revista Jasad (cuerpo, en árabe) de la que dice que perdió por la economía a la que considera otra forma de censura y explica: «Los que censuran son demasiado estúpidos, lo que es absurdo es que aumenta las ganas de explorar lo desconocido. Es algo que no entiendo y que prefiero ignorar. Son débiles y por eso tienen miedo de la diversidad y la libertad».

Igualdad, inclusión, separación entre la Iglesia y el Estado y libertad son los cuatro pilares de su activismo. A la primera custión ha dedicado gran parte de su vida, motivo por el cual no cree que existan muchas clases de feminismo: «Los valores del feminismo son universales, los de los derechos humanos». Y advierte: «No creo en la diferenciación que hacen algunos para evitar una ruptura con su sociedad», al tiempo que lamenta que todavía haya mujeres que no quieren usar la palabra feminismo cuando aún existe «demasiada violencia contra la mujer».

Su lucha la llevó a la política y en 2018 se presentó a las elecciones del Líbano, donde su formación política integrada por independientes de la sociedad civil denunció fraude cuando ella, segunda en liza, no consiguió escaño. Aún así, afirma que volvería a presentarse. Y compara ese sistema corrupto con un muro: «Gané y resulta que he perdido. Hay que destruir ese muro desde dentro y es normal que no lo hagas a la primera, pero voy a probar más y más. Tienes que poner toda tu fe y hay que crear un espacio para la gente sincera y honesta».

Contra cualquier tipo de extremismo es rotunda: «Yo no permito al odio tocarme ni matar mi fe en el ser humano. Nunca podemos dejar la arena vacía, hay que luchar contra ellos».

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