El eldense Juan Vidal exhibió ayer en la pasarela madrileña una colección extraordinaria y delicada, un gran ejercicio artesanal con la que convirtió a la mujer en una diosa contemporánea envuelta en diseños blancos muy luminosos, de máxima feminidad.

Esta colección, Venus a Roma, habló de la búsqueda de la bellezaVenus a Roma, «un valor furtivo que cuesta encontrar», explicó Juan Vidal, quien estudió los orígenes clásicos de la belleza para construir una colección ambiciosa, «la más larga de mi historia», afirmó entre risas.

Desde el primer «look», americana, top y pantalones sacos anudados a la cintura hasta los vestidos lenceros con kimono un estilismo muy «boho-chic», se vieron siluetas sencillas realizadas con «figuras geométricas como cuadrados o rectángulos».

En la paleta de color, extraída del Renacimiento, primaban los blancos y dorados que convivían con el negro clerical o los azules celestiales. También los rosas, «soy un enamorado de este tono», indicó Vidal que enriqueció la colección con flores bordadas inspiradas en La primavera de Botticelli.

Resultó muy atractiva la falda dorada con pliegues «soleil» combinadas con camisolas estampadas con ángeles a imagen y semejanza de los frescos de Rafael, así como unos vestidos túnicas con racimos de uvas impresas que recordaban las que pintaba Leonardo o los minivestidos bordados con cinta de seda que imitaban la ornamentación de las vasijas romanas.

Pero la joya de la colección fue el vestido «Venus», una túnica blanca con hermosos pliegues que la modelo lució cubriéndose el pecho con la mano, como la Venus de Botticelli, «el primer desnudo femenino de la historia», recordó el diseñador.

Opulenta, femenina y contemporánea, así fue el nuevo trabajo de Juan Vidal al que incorporó muchísimos complementos, como brazaletes, pasadores y pendientes dorados que incluían peces, alimento que se utilizaba en la Antigua Roma para agasajar a la alta sociedad, símbolos de buena ventura que se codean con otros accesorios en forma de corazón, símbolo de la casa Juan Vidal.

Por su parte, el alicantino Domingo Rodríguez, Domennico, fue el ganador del premio al mejor talento con una colección de costura cuidada y unos «looks» llamativos con su colección Harajuku Kids.

Harajuku, la zona de Tokio donde el «street style» más moderno se desgaja en cada esquina, fue uno de los campos de inspiración para crear siluetas románticas que calzaba con deportivas de estilo ochentero a las que incorporó una plataforma para darle un toque «brutalista». Domennico utilizó tejidos vanguardistas como el plástico olográfico reforzado con punto, piezas con volumen, tanto en cuerpo como en hombreras, trabajadas en tul, pero también jacquares con hilo de lurex, gabardinas plastificadas, organza técnica o telas reflectantes en un rico juego de texturas con los que creó vestidos y pantalones.