La relación de la artista María Dolores Mulá con el agua siempre ha sido una obsesión. Su lugar de nacimiento (La Vila de Cercs, Barcelona) hoy no existe, se encuentra bajo las aguas de un pantano. Sin embargo, el agua es un elemento esencial en su vida y en su obra, que ahora refleja en una exposición fotográfica que servirá para inaugurar un nuevo espacio en el Palmeral de Santa Pola.

Agua se presenta el próximo 11 de julio con una veintena de imágenes cercanas al metro cuadrado que colgarán en el interior de soportes de acero corten, una sala de exposiciones al aire libre dependiente del Museo del Mar de Santa Pola que inaugura Mulá con sus fotos a propuesta de su directora, María José Cerdá.

Imágenes prácticamente inéditas, salvo dos de un anterior trabajo - Tierra inundada, comisariada por Pepe Calvo y Juan Antonio Roche en el MUA, que también tenía el agua como hilo argumental -, en las que el agua aparece en distintos escenarios, desde ríos a mares, charcos o lluvia; captadas en Ibiza, Santa Pola, Barcelona, Islandia o a lo largo del Camino de Santiago.

«He tenido fobia al agua hasta hace muy poco y me curé haciendo un curso de buceo», indica la artista plástica, que reconoce que siempre ha buscado este elemento: «El hecho de pensar que mi casa está bajo el agua, el colegio donde estudié, los dos cines que había, me da mucha tristeza. Es como si toda mi vida hubiese estado buscando ese respeto por el agua».

Dedicada de lleno a la pintura, María Dolores Mulá no se considera fotógrafa -«eso son palabras mayores», apunta- aunque reconoce tener «una mirada» y algunas de sus imágenes parecen en ocasiones pinturas. Siempre ha utilizado la fotografía de paisajes como una herramienta para elaborar sus creaciones pictóricas, «como apuntes a mi trabajo, igual que mi cuaderno de tinta japonesa», señala, aunque aclara que cada vez incorpora más la fotografía a sus instalaciones como un medio de expresión más.

Nuevo enclave

Las veinte imágenes de Mulà se instalarán en el camino de entrada al Palmeral que conduce a un área que acoge los restos arqueológicos del Portus Illicitanus, un enclave que también está cerca del mar. «Es un jardín muy bonito, con palmeras, bancos para sentarse y también lo frecuenta mucha gente joven», destaca la artista, que vive en Santa Pola y alaba las exposiciones al aire libre.

«La primera vez que ví una exposición al aire libre con acero corten fue en Salamanca con una exposición de Sebastiao Salgado y me parece fascinante utilizar la calle para que la gente conozca tu trabajo y se acerque el arte amucha gente que no entraría nunca a un museo», subraya Mulá, también profesora de pintura, que considera «muy importante» hacer «didáctica para que la gente vea el arte como algo necesario».