Desde luego que la tarde muy poco se parecía a la tradicional del día de San Juan, salvo por las guirnaldas que adornaban las barreras, de verde mustio por culpa del sol. Seguramente que en la jornada no se haya celebrado en Alicante un evento capaz de atraer más público que el reunido en la plaza de toros, pero resulta indudable que el aspecto de los tendidos era algo pobre. O el personal se quedó en casa encajando con estoicismo el varapalo del Hércules, o al cartel le faltó sustancia, o vaya usted a saber. Doctores tiene la iglesia.

La cara buena del disco es que hubo amplitud, desapareciendo las prisas y los empujones entre los espectadores camino de sus localidades y además las banderas permanecieron abrazadas a sus astas en tarde apacible.

La llegada de Cayetano eclipsó cualquier otra presencia terrenal y el trayecto desde que se bajó del coche hasta que llegó a la capilla transcurrió como si fuese en romería, beso aquí y foto allá. Hasta una joven espectadora mantuvo amagado un ramo de flores en su localidad a la espera de que el guapo de los Rivera diese la vuelta al ruedo. A otras aficionadas se les debería explicar que el diestro puede llevarse al hotel cualquier obsequio que se le arroje al ruedo, puesto que a una le faltó un pelo para quedarse sin móvil.

Al concluir el paseíllo hubo un emotivo recuerdo al cumplirse justo los 50 años del doctorado de Dámaso González, quien recibió aquí mismo la alternativa de manos de Francisco Rivera Paquirri, por lo que su hijo Cayetano entregó a los hijos del maestro, Dámaso y Marta, un cuadro conmemorativo como homenaje de toda la afición alicantina.

Por las contrabarreras estuvieron los toreros El Soro y Javier Vázquez, al igual que los diestros Manolo Sánchez, Curro Vázquez y el ganadero Pepe Murube por entrebarreras.

La Bellea del Foc presidió por unos minutos el palco, acompañada de su Corte de Honor y después la caída de la tarde iba relevando los abanicos por los flashes de los móviles, ya que todos quisieron llevarse un recuerdo de la tarde de toros.

Tras la lidia del cuarto toro, El Fandi pasó por la enfermería para ser reconocido por una contusión leve y regresó inmediatamente al ruedo.